La tierra de los dos mares
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Introducción
Referirse a la Región de Murcia implica a pensar, de manera casi instintiva, en un extenso litoral bendecido por el sol y besado por las cálidas aguas del Mediterráneo y el mar Menor. Sin embargo, esta imagen tan recurrente puede convertirse en el árbol que impide ver el bosque. En una etiqueta excluyente que deja en segundo plano los muchos atractivos de este excepcional comunidad autónoma, poseedora de una historia densa y abigarrada –deliciosamente reflejada en sus yacimientos arqueológicos y monumentos–, un importante acervo cultural y folclórico y una gastronomía rica y variada, cimentada en lo mejor de la huerta murciana y en los productos del mar.
Situada en el extremo suroriental de la Península Ibérica y acomodada entre la Comunidad Valenciana, Andalucía, Castilla-La Mancha y la costa, este enclave privilegiado ha sabido sacar partido de sus incontables alicientes parar erigirse como un importante destino turístico que va mucho más allá de las playas de arena blanca y los largos días de sol.
En cualquier caso, no siempre fue así, ya quela Región de Murcia se vio inmersa durante siglos en la ingrata tarea de enviar a sus naves a luchar contra los elementos. En efecto, su condición de territorio fronterizo a lo largo de períodos muy prolongados y el éxodo rural parecían frenar el despegue de una zona que, cual ave fénix, se ha conjurado para renacer de sus cenizas.
Poblada desde la Prehistoria y ocupada por diversos pueblos íberos –mastienos, bastetanos y contestanos–, su vecindad con el Mediterráneo hizo de la Región de Murcia un gran crisol de civilizaciones, en el que recabaron fenicios, cartagineses, romanos, visigodos, bizantinos y árabes.
Precisamente, el verdadero impulso de esta tierra llegó de la mano de este pueblo, que no sólo convirtió una tierra árida en un frondoso campo de cultivo, sino que le dio nombre –se cree el término Murcia deriva del vocablo árabe Mursiya, que quiere decir ‘La Afincada’– y fundó la capital, la ciudad de Murcia, entre los años 825 y 831. Incorporada a Castilla por Alfonso X el Sabio en 1244, esta urbe moderna y vibrante aún exhibe orgullosa el legado de su floreciente pasado. Entre sus numerosos tesoros arquitectónicos, brilla con luz propia la catedral, levantada en 1266 sobre la antigua mezquita mayor y cuya fachada principal se ha convertido en una de las imágenes más icónicas del arte peninsular. Asimismo, tampoco desmerecen otros edificios religiosos, como el convento de Santa Clara (1248) o la iglesia de la Merced.
El excepcional patrimonio de la capital rivaliza con el de la segunda ciudad de la Región: Cartagena, una de las urbes con más historia del Mediterráneo. Dignísima depositaria de un fascinante mestizaje cultural, sus habitantes guardan orgullosos los vestigios dejados por sus fundadores –liderados por el caudillo cartaginés Asdrúbal, quien llegó hasta allí en el año 223 a.C.–, por los romanos –artífices de su precioso teatro romano, de finales del siglo I a.C.– y por los pueblos que le sucedieron.
Tampoco le van a la zaga Caravaca de la Cruz –un núcleo medieval con un extenso patrimonio arquitectónico y una gran importancia como centro de peregrinación (goza de un Año Jubilar Permanente)– o Lorca, declarada Conjunto Histórico Artístico en 1964. Pese a los estragos ocasionados por el terremoto del 2011, esta localidad aún comparte con el viajero su esplendoroso muestrario arquitectónico, con la Fortaleza del Sol como punta de lanza.
Pero si interesantes son las poblaciones del interior, otro tanto ocurre con los principales destinos costeros, como Águilas, Mazarrón, la Manga del Mar Menor o San Pedro del Pinatar, por no citar sus bellísimos espacios naturales o su ingente oferta hotelera y de ocio.
Poseedora de magníficas infraestructuras que comprenden dos aeropuertos –el de San Javier y el Internacional de Murcia- y dotada de todos los servicios, la Región de Murcia es algo más que unas placenteras vacaciones junto al mar. Más bien, podría decirse que es una oportunidad única: un reto para los cinco sentidos y un regalo para el espíritu, que encontrará en ella una fuente inagotable de emociones.
Sol y playa
Sin duda, uno de los principales reclamos turísticos de la Región estriba en sus 274 km de costa, repartidos entre el mar Menor y el Mediterráneo. Enmarcado entre las provincias de Alicante y Almería, el litoral murciano es un rosario de contrastes paisajísticos. En él tienen cabida desde los más agrestes acantilados hasta un generoso abanico de playas de arena blanca, sin olvidar sus puertos deportivos, sus espléndidas dunas o sus recoletas calas.
A todos estos atractivos de ensueño se une otro de los principales rasgos de la Región de Murcia: su extraordinario clima mediterráneo. Tanto su agradable temperatura media anual –que se sitúa entre los 18º C y los 19º C– como su escaso índice de precipitaciones –apenas supera los 300 mm al año, lo que se traduce en más de 3.000 horas de sol al año– explican por qué este rincón privilegiado es el destino turístico perfecto en cualquier fecha. De ahí la famosa denominación de Costa Cálida, etiqueta que engloba su incomparable frente marítimo.
Desde la localidad costera de El Mojón, en San Pedro del Pinatar –cuyas playas destaca por sus extraordinarias dunas–, hasta la espectacular Cala Cerrada, la Región se erige para el lugar perfecto para los bañistas, los amantes de los deportes náuticos, la pesca y el buceo. Asimismo, tampoco hay que pasar por alto algunos enclaves cuajados de historia –como Cabo de Palos, la emblemática Cartagena o La Azohía–, ni tampoco aquellas zonas que cuentan con una animada oferta de ocio nocturno, como Mazarrón (al sur) o Los Narejos, Lo Pagán o Santiago de la Ribera (en el norte de la Región).
Mención aparte merecen las pequeñas y sugerentes islas que salpican la costa murciana: Isla Perdiguera, Isla Grosa, Isla Mayor e Isla Plana, un reclamo de un gran valor ecológico, u otros parajes que se reivindican como extraordinarios paraísos naturales. Éste es el caso de Bolnuevo, Calnegre –que despliega con orgullo el Parque Natural de la Sierra de Espuña–, el Parque Regional de Calblanque, el cabo de Cope o Cala Blanca –circundada de las huertas situadas al pie de la sierra del Cantar. Y por supuesto, ¿qué decir de la Manga del Mar Menor, que separa las aguas de los dos mares? Esta angosta franja de tierra de 21 km, que se extiende desde Cabo de Palos hasta el Parque Natural de las Salinas de San Pedro del Pinatar, alberga desde las últimas décadas uno de los mayores complejos vacacionales del Mediterráneo.
A su vez, tampoco hay que obviar que Región de Murcia es también el destino perfecto para los aficionados a los deportes náuticos. En este sentido, lugares como la San Pedro del Pinatar, Estación Náutica del Mar Menor, Lo Pagán, San Javier, Los Alcázares, Portmán, Cartagena, Cabo de Palos, Mazarrón o Águilas disponen de numerosos establecimientos y centros en los que el recién llegado encontrará todo lo necesario para practicar modalidades como la vela, el esquí acuático, el windsurf, el flysurf y el kitesurf, o bien para recorrer la costa en moto acuática o a bordo de un catamarán. Asimismo, aquellos que deseen iniciarse en la práctica de cualquiera de estas actividades, encontrará todo tipo de facilidades, de la mano de empresas especializadas. Del mismo modo, por lo que respecta al submarinismo, conviene tener presente que Cabo de Palos, el cabo de Cope, Mazarrón y Águilas cuentan con algunos de los mejores fondos marinos de la Península.
Cultura
Aunque la fama de la Región de Murcia recae sobre todo en sus playas, éstas distan mucho de ser el único aliciente de la Región. Sin ir más lejos, a dos pasos de los principales centros turísticos de la Costa Cálida, se erigen un rosario de hermosos pueblos medievales (como Moratalla o Caravaca de la Cruz), ocultos en comarcas casi despobladas, o fascinantes yacimientos que hablan al viajero de pueblos y usos ancestrales.
En efecto, se trata de una tierra por lo que ha desfilado una constelación de civilizaciones, que han dejado una impronta imborrable en la cultura murciana. Desde los fenicios hasta los árabes, pasando por los íberos, cartagineses, romanos, visigodos y bizantinos, la Región de Murcia ha sido el escenario en el que sus ocupantes han fraguado una cultura agrícola y marítima. Una forma de vida moderna y abierta al mundo, pero que ha sabido preservar intacta la esencia de sus tradiciones.
No obstante, los restos del pasado de esta comunidad autónoma no se limitan a los pueblos que dominaron el Mediterráneo. Sin ir más lejos, su geografía es generosa en hallazgos prehistóricos, como las muestras de arte rupestre de Monte Arabi –en Yecla, declarados Patrimonio de la Humanidad en 1998– o la sima de las Palomas, en el término de Torre-Pacheco, que alberga el segundo recinto arqueológico más importante de España, tan sólo superado por el de Atapuerca (Burgos).
Desde este período ancestral, los reclamos son tan generosos como abundantes: rastros de poblados íberos (como los del Cigarralejo, en Mula), un lienzo de la única muralla púnica que se conserva en Europa (sita en Cartagena), imponentes obras romanas (por ejemplo, el teatro romano que se eleva en esa ciudad), edificios de origen árabe (como el imponente castillo de Moratalla), torres de vigilancia que poblaron la costa a partir del siglo XVI, grandes construcciones renacentistas y barrocas (con Caravaca de la Cruz, Lorca y la catedral de Murcia como máximos exponentes), pintorescos molinos que aún hoy embellecen el Campo de Cartagena... Todas estas maravillas configuran un impagable collage arquitectónico que hará las delicias de quienes escojan la Región de Murcia Murcia para gozar del turismo cultural sin cortapisas.
Turismo rural
A pesar de que la Región de Murcia cuenta con unas dimensiones moderadas —tiene una extensión de 11.317 km2—, esto no impide que en su interior coexistan una gran diversidad de paisajes, fruto de los contrastes internos por lo que respecta a su pluviosidad, clima y concentración demográfica. En efecto, la Región aúna zonas montañosas y llanuras, altiplanos con grandes contrastes térmicos y un litoral en el que impera el clima mediterráneo; tierras de secano y de regadío, áreas casi deshabitadas que se alternan con zonas densamente pobladas (con la capital, Murcia, y los principales centros costeros a la cabeza), y zonas prácticamente desérticas que dan paso a las frondosas huertas de los valles del Guadalentín y del Segura. Todo este mosaico de paisajes es el detonante de una personalidad única, que alcanza toda su autenticidad en el medio rural.
Por eso, apostar por el agroturismo no es sólo una invitación a disfrutar de esta diversidad paisajística; la oferta de alojamiento rural en la Región de Murcia abarca numerosas opciones, que permitirá al viajero familiarizarse con la arquitectura típica del lugar: caseríos, hospederías, molinos harineros, cortijos, fincas, hoteles rurales, construcciones modernas dotadas de todas comodidades y perfectamente integradas en el entorno... Todos estos establecimientos ponen al alcance de sus huéspedes los servicios que exige el viajero de hoy –incluyendo en algunos casos chimenea, piscina, barbacoa, pistas deportivas, gimnasio, sauna o jacuzzi–, pero sin renunciar al encanto de las construcciones de siempre.
Al decantarse por esta alternativa, el recién llegado tendrá a su alcance algunos de los lugares más cautivadores de la Región, tales como el cañón y la cuenca del río Argos, la sierra de Moratalla –principal reserva natural de la Región de Murcia– y poblados íberos, como el de Los Molinicos.
Además, aquellos que deseen disfrutar de todos estos reclamos de una forma aún más original, pueden realizar actividades al aire libre, como el senderismo, la espeleología, la escalada o paseos a caballo o en bicicleta. Asimismo, quienes tengan en mente una estancia más tranquila, tienen la posibilidad de participar en actividades propias de la vida en el campo, como cultivar productos ecológicos, elaborar queso o destilar licores. Y por descontado, también podrán relajarse descansando en un jardín o paseando por algunos de los hermosos bosques de la Región.
Por supuesto, también los alojamientos rurales también brindan a sus visitantes lo mejor de la gastronomía murciana tradicional. De raigambre mediterránea, el recetario local da cabida a exquisitos ensaladas, guisos, asados, arroces, pescados –como la dorada a la sal– y platos marineros, entre los que descuella el clásico caldero marinero, si obviar los prestigiosos vinos autóctonos, como el de Jumilla.
A pesar de que toda la Región disfruta de este tipo de establecimientos, la mayoría se concentra en los términos de Caravaca de la Cruz, Ceheguín y Moratalla.
Salud y belleza
Otra de las características de la Región es su larga tradición como centro de turismo termal. De hecho, Los Alcázares aún da cabida al edificio que albergaba el balneario de la Encarnación (1904) –unos baños situados en primera línea de mar que contaron con la visita del rey Alfonso XIII–, y al balneario de San Antonio, una emblemática construcción de madera emplazada mar adentro y que en el siglo pasado sirvió de vestuario para los bañistas.
Hoy, la Región de Murcia sigue fiel a este legado, ya que cuenta con una completa oferta de balnearios, complejos de talasoterapia y spas. En el apartado de balnearios, esta comunidad autónoma dispone de tres centros en funcionamiento: el de Archena, el de Leana y el Hotel Sensol Resort Balneario/Spa. Por lo que respecta al servicio de talasoterapia, éste se localiza en San Pedro del Pinatar, donde abren sus puertas el Centro Vital Aguas Salinas y el Hotel Lodomar Thalasso. En cuanto a los spas, la Región de Murcia dispone de cuatro establecimientos: tres en el mar Menor y otro en la localidad costera de Águilas.
En todos ellos, el visitante recibirá todas las atenciones y cuidados para relajarse y mejorar su salud gracias a un fiel aliado: el agua y sus valiosas propiedades. Además, estas facilidades traen consigo la posibilidad de disfrutar de los mejores servicios de alojamiento y restauración. Para más información, se aconseja dirigirse al Consorcio de Turismo de Salud de la Región de Murcia, donde el viajero encontrará información pormenorizada, así como las últimas ofertas y promociones.
Turismo activo
En apartados anteriores ya se han detallado algunas de las múltiples actividades al aire libre que la Región de Murcia pone al alcance del visitante, y que dan respuesta a las demandas de todos aquellos que visiten este destino.
Además de los puertos deportivos ya citados –como la Estación Náutica del Mar Menor, Los Alcázares, Cartagena, Mazarrón o Águilas, donde el posible llevar a cabo todo tipo de deportes náuticos o practicar el submarinismo–, el interior de la provincia también brinda un amplísimo catálogo de propuestas para descargar adrenalina al tiempo que se disfruta de los atractivos naturales que encierra el territorio murciano.
Entre éstas, cabe referirse a las rutas a pie, a caballo en bicicleta, así como los recorridos fotográficos, de espeleología (que permite adentrarse en las grutas más singulares) o de carácter histórico-arqueológicos. Tampoco hay dejar en el tintero sugerencias algo más extremas, como la escalada, el trekking, el rafting, el descenso en canoa, la equitación, el parapente, el ala delta o el espeleobuceo, de las que se puede disfrutar con la asistencia de monitores expertos y con todas las medidas de seguridad.
Y tras el esfuerzo, ¿qué mejor manera de reponer fuerzas que descansando en un confortable alojamiento rural o degustando alguno de los deliciosos platos que conforman la exquisita cocina murciana de toda la vida?
En cualquier caso, aquellos que se planteen unas vacaciones algo más tranquilas, tienen la opción de descubrir alguna de las múltiples actividades tradicionales del mundo rural, como la extracción de esencias, la elaboración artesanal de repostería y quesos o la destilación de bebidas alcohólicas. De hecho, algunas casas rurales programan éstas y otras tareas, pensadas para acercar al visitante a las formas de vida de otro tiempo.
Golf
En los últimos años, la Costa Cálida se ha consolidado como uno de los mejores destinos de Europa para la práctica del golf. Su magnífico clima –con una temperatura media anual en torno a los 18º C, 300 días de sol al año y precipitaciones muy escasas–, unido a su insuperable oferta de greens y la proximidad del mar, explican por qué la Región de Murcia se ha convertido en la meca de los aficionados a esta disciplina.
Independientemente de cuál sea su nivel, el visitante disfrutará de este deporte en alguno de los 21 campos de golf con los que cuenta la Región de Murcia, concentrados en un radio de tan sólo 50 km (especialmente en municipios como Torre-Pacheco) y diseñados por expertos de la talla de Severiano Ballesteros, Jack Nickalaus o Dave Thomas. En conjunto, estos complejos suman un total de 348 hoyos, con los que el visitante podrá iniciarse en este apasionante hobby o bien perfeccionar su técnica y su swing.
Además, también es posible encontrar otro tipo de actividades complementarias para combinar con la práctica del golf, y que contribuyen a convertir cualquier estancia en la Región en una experiencia única: tratamientos de spa, visitas culturales, deportes de aventura, momentos para relajarse junto al mar... La oferta es tan extensa y tentadora que a más de uno le costará decidirse.
Naturaleza
La extraordinaria diviersidad ambiental de la Región de Murcia se refleja en las 22 áreas que configuran su red de espacios protegidos. Entre éstos, destacan el Parque Natural de Sierra Espuña, los Parques Regionales de El Valle y Carrascoy, la sierra de la Pila (que comprende las localidades de Fortuna, Abarán, Blanca y Molina), los arenales y salinas de San Pedro del Pinatar, el cabo de Cope, puntas de Calnegre y la Reserva Natural de los Sotos y el bosque de ribera de Cañaverosa.
En el caso de Espuña, se trata de un magnífico macizo montañoso del valle de Guadalentín, situado más de 1.500 m de altura. Este espacio configura un oasis en mitad de un paisaje semidesértico, que da cabida a un bosque repoblado con pinos carrascos y rodenos, y en el que también hay espacio para especies propias del bosque mediterráneo. Como la encina, el romero, el lentisco y el enebro.
Las coníferas también son la nota predominante en El Valle y Carrascoy, espacios que dominan los valles de los ríos Segura y Guadalentín, hogar de rapaces como el búho real o el águila calzada, y cuyo pico de La Panocha ofrece unas vistas incomparables sobre el paraje casi lunar que rodea la huerta murciana. A su vez, Sierra de la Pila descuella por las 470 especies vegetales a las que da cobijo, y por ser uno de los destinos favoritos de los senderistas. Por su parte, la ribera de Cañaverosa, ubicada en el cañón del Segura, acoge el único bosque caducifolio de la Región, en el que crecen olmos, fresnos, álamo, tamarices y sauces, así como una variada vegetación arbustiva. Un poco más abajo, a caballo de Cieza y Calasparra, el cauce del Segura se adentra en las sierras de la Palera y el Molino, abriendo el cañón de Almacenes.
A esta lista de pulmones verdes protegidos habría que añadir la sierra del Carche (que abarca los municipios de Jumilla y Yecla), el barranco de Gemas (entre Alhama de Murcia y Librillas), el Cabezo Gordo (en Torre-Pacheco), el humedal de Ajauque y Rambla Salada y la sierra de la Muela, Cabo Tiñoso y Roldán.
Abandonando el interior y desplazándose hasta la costa, no hay que perderse el cabo de Cope y las puntas de Calnegre, una franja costera poco visitada. Ésta está cuajada de playas de arena y aguas cristalinas, interrumpidas por altísimos acantilados que abrigan pequeñas calas (Blanca, Los Hierros, Leña y San Pedro). Tampoco hay que dejar de acercarse hasta Calblanque, donde el viajero también podrá disfrutar del monte de las Cenizas y la peña de Águilas. Allí le aguardan acantilados, dunas fósiles, salinas y cabezos montañosos. Finalmente, las famosas salinas de San Pedro del Pinatar, que enlazan con la Manga del Mar Menor, constituyen el humedal más importante de la Región.
Del mismo modo, también conviene prestar atención a otras áreas protegidas de gran valor ecológico, como las Cuatro Calas de Águilas, las islas del mar Menor, la sierra de las Moreras (en Mazarrón) y las islas e islotes del litoral Mediterráneo.
Por último, hay que tener presente que la Región de Murcia cuenta con 7 Vías Verdes, una senda de unos 50km que conecta varias localidades, donde aguardan al viajero lugares como las Fuentes del Marqués.
Gastronomía
La tradición culinaria de la Región de Murcia, plenamente inscrita en la dieta mediterránea, bascula sobre dos pilares fundamentales: la amplia variedad de pescados y mariscos que ofrece su frente marítimo y los productos de la huerta murciana. Éstos últimos son quizás el principal legado gastronómico de los árabes. De su mano, llegaron numerosos productos y refinadas formas de preparar los alimentos, que transformarían la fisonomía de Murcia hasta convertirla en un gran campo de cultivo. Gracias a ellos, la Región de Murcia cuenta hoy con excelentes materias primas. Además de la ingente variedad de frutas, verduras, hortalizas y legumbres que crecen en la huerta murciana, también existe una amplia gama de productos autóctonos protegidos por la etiqueta "producto de calidad", como el arroz de Calasparra, la longaniza imperial de Lorca, el pimentón, las alcaparras, el aceite de oliva virgen, la miel de azahar, las rosquillas, los colines y algunos quesos y vinos.
Por su parte, el valle del Guadalentín, a medio camino entre los campos de secano y los de regadío, es famoso por sus cereales, como el trigo, la cebada y la avena.La tradición culinaria de la Región, plenamente inscrita en la dieta mediterránea, bascula sobre dos pilares fundamentales: la amplia variedad de pescados y mariscos que ofrece su frente marítimo y los productos de la huerta murciana. Éstos últimos son quizás el principal legado gastronómico de los árabes. De su mano, llegaron numerosos productos y refinadas formas de preparar los alimentos, que transformarían la fisonomía de la Región de Murcia hasta convertirla en un gran campo de cultivo. Gracias a ellos, la Región de Murcia cuenta hoy con excelentes materias primas.
Además de la ingente variedad de frutas, verduras, hortalizas y legumbres que crecen en la huerta murciana, también existe una amplia gama de productos autóctonos protegidos por la etiqueta "producto de calidad", como el arroz de Calasparra, la longaniza imperial de Lorca, el pimentón, las alcaparras, el aceite de oliva virgen, la miel de azahar, las rosquillas, los colines y algunos quesos y vinos.
Por su parte, el valle del Guadalentín, a medio camino entre los campos de secano y los de regadío, es famoso por sus cereales, como el trigo, la cebada y la avena.
Estos y otros productos de la tierra juegan un papel destacado en el exquisito recetario murciano, que da cabida a fórmulas tan apetecibles como la refrescante ensalada murciana (elaborada con tomate, atún, cebolla y olivas negras); el zangollo o zarangollo (huevos revueltos con patata, cebolla y calabacín); las migas con tropezones (muy consumidas en valle del Guadalentín y en el noroeste de la Región de Murcia), las acelgas rehogadas, el ajotomate (una combinación de pescado y tomate típica de Mazarrón) o el gazpacho, que poco tiene que ver con el andaluz y mucho con el que se prepara en la vecina Albacete.
En el apartado de carnes, cabe subrayar las de caza y cordero –especialmente en Tecla, Jumilla y la zona noroccidental de la Región–, poniendo el énfasis en el célebre asado de cordero de Ricote o las chuletas de cordero al ajo cabañil. Asimismo, en el caso de Ulea (en la vega del Segura), son muy apreciadas lasa gachas-migas de panizo, que se sirven acompañadas de costillas de cerdo en adobo. De este animal también se obtiene el mortirigüelo, una pasta que tiene como ingredientes hígado, sangre y magro de porcino. Igualmente, no hay que perder de vista el conejo, que en Lorca se consume con sofrito en escabeche.
Los guisotes también reclaman su parcela de protagonismo, con especialidades tan apetitosas como el guiso de pavo con pelotas o el cocido murciano.
Eso sí: el pescado es sin duda el buque insignia de la cocina del litoral. Tierra de salazones por antonomasia, éste es un producto imprescindible desde San Pedro del Pinatar a Águilas. Como platos más socorridos, cabe citar la lubina a la espalda, la dorada a la sal, la pipirrana (a base de bacalao), el caldero (muy tradicional en el mar Menor), el mero o rape a la mazarronesa, los boquerones con adobo de ajo, las albóndigas de merluza o el arroz con bogavante. Por otro lado, aunque en el mar Menor hay pocas especies, algunas son exquisitas, como el casi extinguido mújol (cuyas huevas alcanzan precios estratosféricos).
En lo que se refiere a los postres y la repostería, merece la pena mencionar el mazapán de Moratalla, las yemas de Caravaca, las delicias de Torre-Pacheco, los cordiales, los alfajores, los buñuelos de viento, las gachas de leche, el pan de Calatrava, la tarta de Murcia o las tortas, que se preparan con numerosos ingredientes.
En cuanto a los quesos, éstos se elaboran tradicionalmente a partir de leche de cabra de raza murciana, cuajando la leche hervida con limón o vinagre. No obstante, en la década de 1970 surgieron las primeras industrias queseras, que restaron peso a los procesos tradicionales. Ya en 1996, surgió el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Queso de la Región de Murcia, que ampara los quesos frescos y curados y el vino.
Por lo que respecta a esta última bebida, la Región de Murcia cuenta con las DO de Bullas, Jumilla y Yecla. Aunque éstas son las más prestigio, la Región también da cabida a otras áreas de producción más reducidas, como las de Albanilla y Fortuna o la del Campo de Cartagena.
Fiestas y Festivales en la Región de Murcia
La generosa tradición folclórica y cultural de la Región de Murcia combina festejos llenos de vitalidad y alegría con otras en las que la nota dominante es la emoción contenida y el recogimiento, como las fiestas religiosas, y muy especialmente las que tienen lugar durante la Semana Santa.
El calendario de celebraciones se inicia el día de Reyes, momento en el que las localidades de Aledo y Churra organizan sus antiquísimos autos sacramentales. En el caso de esta primera población, miles de personas acompañan a los tres Magos por las calles del pueblo, mientras que en el exterior de la iglesia Churra se llevan a cabo representaciones sacras basadas en textos del siglo XVIII.
Otras fiestas religiosas que coinciden con las primeras semanas del año son las romerías de San Blas y Santa Eulalia (esta última en Totana); la romería del Cañar, en Isla Plana; las fiestas de San Antonio Abad, en Cartagena; las fiestas de San Sebastián (en Cehegín) y la Candelaria, en Alhama de Murcia, Beniel y La Hoya.
En el apartado de festejos no religiosos, cabe referirse al festival de Cuadrilleros, que se celebra el último domingo de enero en Barranda (Caravaca de la Cruz) y los carnavales, entre los que destacan los de Águilas, Cartagena, el Cabezo de Torres, Bullas, Moratalla, Cehegín y Pliego. También descuella el Festival Internacional de Cine de Cartagena, que se desarrolla a finales de febrero.
A mediados de marzo, Torre-Pacheco acoge la feria Equimur, que tiene como eje central los caballos de pura raza.
Ya en Semana Santa, la ciudad de Murcia da cabida la procesión del Santísimo Cristo del Amparo, mientras que el Viernes Santo son sacadas en procesión las tallas del conocido escultor Francisco Salzillo. A su vez, Cartagena es otra de las poblaciones que se vuelca en la celebración de estas fechas. En este caso, los actos conmemorativos están marcados por la rivalidad entre dos cofradías: los californios y los marrajos. En Jumilla, el acto central consiste en el recibimiento del Cristo de la Columna, un esperado acontecimiento que tiene lugar el Domingo de Ramos. En Cieza, desfilan 18 hermandades, mientras que Yecla acoge ocho procesiones. Finalmente, Moratalla y Mula conmemoran la Pasión con el estruendo de la célebre Tamborrada. Además, no hay que perderse la Semana Santa de Abarán, Alcantarilla, Archena, Alhama de Murcia, Cabo de Palos o Calasparra.
Justo después de este período, el tradicional Bando de la Huerta marca el día grande de las fiestas de Primavera de la ciudad de Murcia. El programa de festejos incluye una ofrenda floral a la Virgen de la Fuensanta, patrona de esta localidad. El broche de oro corre a cargo del Entierro de la Sardina, amenizado con una cabalgata secundada por gigantes y cabezudos, hachones, demonios y titiriteros.
Ya en mayo, Fortuna da la bienvenida al mes con la festividad de San José Obrero; Abanilla despliega sus fiestas de Moros y Cristianos, y Caravaca de la Cruz hace lo propio con las fiestas de la Santísima y Vera Cruz (con la famosa subida de los caballos del Vino). Otras poblaciones que también celebran las Cruces de Mayo son Ulea y Torre-Pacheco. Por su parte, Alhama de Murcia pone en marcha sus mayos. El día 15, Mula y Fortuna rinden homenaje a San Isidro; hacia el 24 de mayo, Alcantarilla da el pistoletazo de salida a las fiestas de la Bruja; mientras que la procesión del Corpus Cristo y la fiesta de Moros y Cristianos tiene como escenario más representativo la localidad de Archena.
En junio, algunas poblaciones celebran San Juan con hogueras, al tiempo que San Pedro del Pinatar acoge sus fiestas patronales el día 29 de este mes. En julio, es el turno de las fiestas del Santísimo Cristo del Rayo, en Moratalla, las romerías de la Virgen del Carmen (en Águilas, Cartagena, Mazarrón y San Pedro del Pinatar) y las fiestas de Santiago (en Cartagena). Agosto se abre con el Festival Internacional del Cante de Las Minas (en La Unión, por el que han pasado figuras del flamenco de la talla de Camarón de la Isla o Miguel Poveda) y el Festival Internacional de Teatro y Danza de San Javier, que inició su andadura en la década de 1960. Por su parte Jumilla rinde homenaje a la Virgen de la Asunción el día 15. En esa misma fecha, Los Alcázares inicia su Semana Internacional de la Huerta y Mar y Jumilla, su vendimia. El día16, Blanca, Carasa y Fortuna hacen lo propio con San Roque. El mes se cierra con el Festival Internacional de Cante Flamenco Lo Ferro (en el municipio de Torre-Pacheco), con más de tres décadas a sus espaldas. Para despedir el verano, el 12 de septiembre se celebra en la ciudad de Murcia la romería al santuario de la Virgen de la Fuensanta. También en este mes, tiene lugar la romería de la Virgen de la Esperanza, en Calasparra, y la romería al santuario de la Virgen de la Huerta, en Lorca.
En octubre, Puerto Lumbreras, Santomera y La Unión ponen en marcha las fiestas de la Virgen del Rosario, mientras que en noviembre se celebra en Bolnuevo la romería del Milagro. El calendario de festividades concluye en en diciembre con las fiestas de la Purísima Concepción de Yecla, con más de tres siglos de tradición; las fiestas de Santa Eulalia (el día 9, en Totana) y, ya en Navidad, los cantos de aguinaldo de las cuadrillas de Totana.