Navarra
El reyno del Pirineo occidental
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La comunidad foral de Navarra
Pese a tratarse de un territorio pequeño (tanto desde el punto de vista geográfico como poblacional), la comunidad foral de Navarra es un universo de grandes contrastes. Atravesada por los Pireneos occidentales, se articula en torno a tres grandes conjuntos geográficos: la montaña, en el norte; la Ribera, en el sur, y entre ambas, la Navarra Media, que está formada por la alineación de las sierras de Leyre, Alaiz, Andía y Urbasa.
A este sugerente collage de paisajes se suman verdaderos paraísos que harán las delicias de los amantes del turismo rural. Sin ir más lejos, su extraordinario patrimonio natural despliega ante los ojos del viajero, en un centenar de kilómetros en línea recta, el singular bosque de Irati, que parece sacado de un cuento de hadas. Lo mismo ocurre con las estepas de las Bárdenas Reales, presididas por altos y áridos oteros, típicos de los sectores más meridionales.
Este singular mosaico convierte Navarra en una invitación al sosiego y a la calma, pero también en una excelente oportunidad para descubrir su biodiversidad. Y para ello, nada mejor que sumergirse en algunas de sus tentadoras rutas rurales, como la del río Escurra, o aquella otra que permite adentrarse en las estribaciones de la bellísima sierra de Aralar.
Y por supuesto, tampoco hay que olvidarse de la que quizás sea más conocida, y que también permite conocer la idiosincrasia de la Navarra más genuina y auténtica: el Camino de Santiago, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993 y 1998 y que atraviesa Navarra de noreste a suroeste. A los valores propios de la ruta jacobea, la geografía navarra incorpora un paisaje tan repleto de atractivos que incitan por sí solos a improvisar una pequeña mochila, echársela a la espalda y poner rumbo a Compostela.
Al mismo tiempo que el paisaje se va transformando, también lo hace su la agricultura, la ganadería, la gastronomía, las tradicionales culturales y, por supuesto, la arquitectura. En este apartado, un estilo tan ligado al mundo rural como el románico alcanza en Navarra su máxima expresión. De hecho, su belleza natural se acentúa aún más con edificios religiosos como la iglesia del monasterio de Leyre, San Pedro de la Rúa de Estella o Santa María la Real de Sangüesa. Todo ello sin dejar de lado la iglesia del Santo Sepulcro de Torres del Río o la iglesia de Santa María de Eunate, así como los sobresalientes ejemplos del románico rural que despliegan los núcleos de Arce, Artaiz y Olleta.
Asimismo, no es menos cierto que esta Navarra verde, que ha sabido preservar a la perfección sus formas de vida tradicionales, convive con otra más urbanita, aunque también ligada a ritos y costumbres de antaño. Así la inmortalización el escritor estadounidense Ernest Hemingway en los años treinta, cuando quedó prendado de la celebración que ha situado a esta comunidad y a su capital, Pamplona, en el mapa internacional: los sanfermines.
Todo ello, unido a una cultura milenaria; glutinada en torno a la lengua euskera, aunque esto no supone ningún handicap para el vistante; la hospitalidad de sus gentes, una cocina variada, sabrosa y suculenta y una completa oferta de alojamiento; también para los amantes del turismo rural, ya que existe una nutrida red de caseríos dotados de todas las comodidades; hace de Navarra un destino que no debe dejar de conocerse.
La Navarra urbana y la Navarra rural
Resulta difícil trazar una clara distinción entre la Navarra urbana y la Navarra rural, ya que ambas se entremezclan en municipios que aúnan un incontestable patrimonio histórico y natural a partes iguales. En estas líneas, se resumen aquellos enclaves indispensables que bien merecen la atención del viajero.
- Pamplona (Iruña)
La capital navarra, que cuenta con cerca de 200.000 habitantes, debe su nombre a su fundador, el general romano Pompeyo, quien bautizó la ciudad como Pompaelo. Conquistada sucesivamente por visigodos, árabes y carolingios, fue sitiada por los franceses a finales del siglo XVIII, aunque no consiguieron conquistarla. Tras ser uno de los puntos candentes durante las guerras carlistas, inició una gran expansión urbanística a finales del siglo XIX como resultado de la industrialización, lo que obligó a derruir parte de sus murallas en la década de 1920. Hoy, Pamplona es una urbe dinámica y con grandes atractivos, al margen de los celebérrimos sanfermines. Un buen ejemplo es la catedral de Santa María (1387-1525), un edificio gótico con fachada neoclásica diseñada por Ventura Rodríguez. En su interior, hay que prestar atención al sepulcro del obispo Sánchez de Oteiza, del siglo XIV; la sillería del coro, del siglo XVI, y su notable colección de retablos. En el apartado de arquitectura religiosa, tampoco desmerecen la iglesia de San Nicolás, del siglo XIII y de transición del románico al gótico; la iglesia de San Saturnino, del mismo período, y la iglesia de San Lorenzo, del siglo XVI, erigida sobre los restos de la muralla romana. En el plano de la arquitectura civil, conviene prestar atención a las murallas, levantadas en el siglo XVI sobre las de la época romana; la plaza del Castillo, de mediados del siglo XVI, construida para conectar el núcleo urbano de Pamplona con los tres barrios que se formaron a su alrededor; el puente de Miluce, declarado Monumento Nacional y famoso por ser un lugar de ahorcamiento en tiempos de Carlos II el Malo; la Ciudadela, recinto fortificado construido por orden de Felipe II, el parque de la Taconera y el Museo de Navarra, en el que se repasa la historia de esta comunidad foral. En las inmediaciones, destaca el Puente de la Reina, una estación histórica de la ruta jacobea. - Aoiz (Agoitz)
Situada a apenas 27 km de Pamplona, esta pequeña localidad es una magnífica opción para los amantes del turismo rural y de montaña. De hecho, está ubicada a la derecha del río Irate, en la cuenca prepirenaica de Lumbier-Aoiz, un paraje coronado por la imponente peña de Izaga, de 1.353 m de altitud. Como no podía ser de otro modo, sus reclamos arquitectónicos se corresponden con este espléndido marco natural. Así, en este pueblo se puede conocer el puente de Auzola o Bidelepu, una construcción de cuatro ojos que aún conserva su peralte original, o la iglesia de San Miquel Arcángel, del siglo XV y erigida sobre un antiguo templo románico. No muy lejos de Aoiz, se halla la iglesia de San Martín de Artaiz, asentada en el valle de Unciti. Su portalada da cabida a uno de los mejores conjuntos escultóricos del románico rural navarro. - Elizondo
A pesar de su escasa población —no alcanza los 3.300 habitantes—, Elizondo es el municipio más grande de Navarra, y da cabida a 15 pequeños núcleos urbanos. Asimismo, es la capital del valle de Baztán, en el centro norte de la comunidad foral. Por lo que respecta a su patrimonio arquitectónico, destaca la Casa Consistorial, un edificio barroco del siglo XVIII que alberga la bandera del valle, de la que se dice que fue portada por los baztanenses durante la célebre batalla de las Navas de Tolosa (1212). A su vez, también se recomienda admirar la casa-palacio de Arizkunenea, de 1730 y de factura barroca. Sin embargo, el mayor reclamo de la zona es el mirador de Baztán, situado a 10 km del núcleo urbano. Éste se encuentra en la carretera de Almandoz a Irurita, desde donde se divisan el valle y los montes de Alkurrutz, Autza, Goramakil, Gorramendi y Legate. Del mismo modo, es casi obligado dejarse caer por el señorío de Bértiz, a 9 km de Elizondo, donde hay un parque natural diseñado por Pedro de Ciga a finales del siglo XIX. Finalmente, tampoco hay perderse las célebres cuevas de Zugarramurdi, en Urdax. - Estella (Lizarra)
Esta localidad, situada a 43 km de Pamplona, descuella por su espectacular casco antiguo, parte del cual fue declarado Conjunto Monumental en 1956. Entre los lugares de visita obligada, cabe citar la casa de Fray Diego de Estella, un edifico de estilo plateresco que fue el palacio de los Condes de San Cristóbal-Cruzat. Por lo que respecta a las construcciones religiosas, hay que referirse a las iglesias de San Miguel, el Santo Sepulcro y San Pedro de la Rúa, así como al monasterio de Irache, benedictino y del siglo X. Si se dispone de tiempo, vale la pena acercarse hasta la vecina y principesca Viana, un enclave monumental y de gran atractivo. - Fitero
A caballo entre Navarra y La Rioja, este lugar es conocido por sus baños termales, ya utilizados durante la época romana, y por el monasterio de Santa María la Real, cisterciense y erigido entre 1152 y 1287. Cerca de allí, se halla Cintruénigo, un núcleo situado junto al río Alhama y salpicado de casas nobles y palacios de los siglos XVII y XVIII, sí como la iglesia de San Juan Bautista, del siglo XVI. - Olite
Como no podía ser de otro modo, Olite, situada a 40 km de Pamplona, debe su fama a su célebre castillo, declarado Monumento Nacional. Aunque sus orígenes corresponden al siglo XIII, fue reconstruido en el siglo XV. También resultan interesantes las iglesias de San Pedro y de Santa María la Real, esta última con una bella portalada del siglo XIV. Próximo a Olite, el viajero encontrará la ciudad fortificada de Ujué y Carcastillo, un precioso pueblo en el que se enmarca el monasterio e Oliva. - Roncesvalles
Esta minúscula localidad es internacionalmente conocida gracias a La Chanson de Roland, un texto del siglo XII que describe la gran batalla que se libró en la zona en el año 778. Entre sus referentes turísticos, habría que referirse a la Colegiata Real, del siglo XIII; la capilla funeraria de Sancti Spiritus, llamada también Silo de Carlomagno, ya que se cree que es allí donde descansan los restos de los caídos en Roncesvalles, y la iglesia de Santiago, del siglo XIII. Asimismo, los aficionados al turismo rural tienen otro enclave indispensable en la cercana Selva Irati, la segunda masa forestal de Europa. En ella encontrarán una gran riqueza de fauna y flora. - Sangüesa (Zangoza)
Este municipio, sito a 45 km de Pamplona y en el este de Navarra, cuenta con interesante atractivos culturales. Entre ellos, destacan la iglesia de Santa María, una construcción cisterciense elevada a la categoría de Monumento Nacional; la iglesia de Santiago, del siglo XII y con elementos románico-góticos, y el convento de San Francisco de Asís, fundando por el rey Teobaldo en el siglo XIII. Resulta igualmente aconsejable visitar el Palacio Real, residencia del príncipe de Viana, y el palacio de Vallesantoro, de estilo barroco. Cerca de allí, en Hoz de Arbayún, se pueden avistar colonias de buitres. - Tafalla
Esta población de poco más de 11.000 habitantes, situada 35 km al sur de Pamplona, da cabida a un notable patrimonio monumental, como la casa de los Mencos, el palacio de los Marqueses de Falce, de 1656; el palacio del Marqués de Feria, del siglo XVIII, y los vestigios de la muralla, que empezó a construirse durante el reinado de Carlos II el Malo y Carlos III el Noble. Por otro lado, Tafalla también cuenta con un buen número de edificios decimonónicos, tales como la estación de tren, el Casino Español o la casa Astrain. - Tudela
Aunque a sus vecinos los dejen solos, como reza una conocida jota, éstos se sentirán acompañados, ya que Tudela es la segunda ciudad de Navarra (en el año 2012, contaba con 35.358 habitantes). Situada al sur de la comunidad foral, esta población puede presumir de monumentos como la catedral, de los siglos XII-XIII, construida sobre una antigua mezquita; la iglesia de la Magdalena, del siglo XII, en la que se conserva un retablo renacentista de Domingo Segura y un órgano barroco; el palacio del Marqués de San Adrián, del siglo XVI y embellecido con un patio renacentista; el palacio de Huerte, barroco y con una imponente cúpula, y la casa del Almirante, un caserío señorial del ecuador del siglo XVI, que aúna elementos platerescos y mudéjares. En los alrededores, se puede contemplar el nacimiento de El Bocal, nacimiento del Canal Imperial de Aragón. - Vera de Bidasoa (Bera)
Englobada dentro de las llamadas Las Cinco Villas de la Montaña, esta población es la más importante de los cinco núcleos que forman el término municipal. Asentada junto al río Bidasoa, da cabida a distritos rurales y urbanos. Sus mayores alicientes son la iglesia de San Esteban, del siglo XV; la casa de Celaya, de factura renacentista; la casa de Elzaurpea, gótica, y la casa Itze, un caserón señorial que fue la residencia de Pío Baroja. A apenas 5 km de allí, el viajero encontrará el pintoresco pueblo de Echalar. - Yesa
Esta diminuta población encierra algunos lugares destacados en sus inmediaciones, como el castillo de Javier, a tan sólo 4 km en dirección a Sangüesa; el monasterio de Leyre, a 4 km en dirección a Pamplona, y algunos pueblos tan inspiradores como Isaba, Ochagavía o Roncal. - Zizur Mayor (Zizur Nagusia)
Este municipio, situado cerca de Pamplona, destaca por la iglesia de San Andrés, una construcción gótica del siglo XIV cuyo interior está presidido por un altar mayor de estilo plateresco que data de 1538.
Gastronomía navarra: de la montaña al plato
La pasión del pueblo navarro por el buen comer, así como su innegable habilidad para preparar los manjares más exquisitos, no es ninguna novedad. De hecho, en el famoso Códice Calixtino; escrito en el siglo XII y considerado como la primera guía turística de la historia; ya aconsejaba a los peregrinos del Camino de Santiago que, cuando pasaran por la zona, no dejaran de degustar sus sabrosas truchas. Incluso, las ordenanzas de la cofradía que asistía a los condenados a muerte en el antiguo reino de Navarra, establecía que "antes de subir al patíbulo, se les sirviera una buena alimentación. A saber: aves, carnero, pescado, conservas, chocolate... y entre horas, bizcochos, vino rancio, dulces y pasas".
De todos modos, las excelentes materias primas que se obtienen en la comunidad foral justifican esta deliciosa fijación. De hecho, la amplitud de su territorio, la variedad de su orografía, su clima, la fertilidad de su suelo, la calidad de sus ganaderías y el arraigo de la caza y la pesca, entre otros factores, convierten Navarra en una gran despensa, hasta el punto de ser la única autonomía española que prácticamente es capaz de autoabastecerse. Y es que, desde el grano de la Navarra Media hasta las huertas ribereñas del Ebro, pasando por las carnes rojas y los quesos pirenaicos, este amplísimo abanico de ingredientes se conjuga para dar paso a una de las cocinas más sabrosas y variadas de Europa.
Un inagotable muestrario que comienza por los productos de la huerta, donde descuellan los espárragos de Mendavia, las riquísimas alubias de Sangüesa (conocidas como pochas de Navarra, y también muy típicas en Pamplona y Tafalla) o los no menos afamados pimientos de piquillo, que se producen en la zona de Lodosa y que se sirven rellenos de cualquier cosa (por ejemplo, de merluza). Con éstas y otras materias primas, se preparan irresistibles menestras; que se cuentan entre las especialidades locales más celebradas; sin olvidar los chilindrones de cordero o las calderetas de conejo.
Y ya que hablamos de carnes, tampoco hay que dejar de prestar atención a la caza. Ésta comienza a finales de octubre, y tiene como seña más distintiva la paloma torcaz, capturada con red en Etxalar. A partir de aquí, se desarrolla una peculiar gastronomía cinegética, propia de las zonas rurales. No obstante, este tipo de carne convive con otras, como atestiguan platos como el estofado de toro, una especialidad pamplonica durante los sanfermines.
Asimismo, gracias a la granja Martiko, situada en Arantza, el territorio navarro se ha convertido en un auténtico especialista en la cría y el engorde de patos, con los que se elaboran foie-gras, confits y magrets.
En cuanto al pescado, cabe subrayar la trucha y, por otro lado, el ajoarriero, que se elabora con bacalao, pimientos y tomate, pero que también puede cocinarse con otros ingredientes, como la langosta.
Por lo que respecta a los postres, los navarros son muy dados a utilizar los frutos secos, como lo demuestran recetas tan deliciosas como la tarta de almendras o las natillas de avellanas. En cuanto a los quesos, destacan variedades de pasta prensada y ahumada, como el de Bárdenas y Zuberoa; otros más untuosos, como el Lanz, el Ulzama y el Urbasa, y otros preparados con leche de oveja latxa, una raza vasconavarra. Del mismo modo, también son muy apreciados los quesos frescos y la cuajada o mamia.
Finalmente, huelga decir que los vinos locales disfrutan de una excelente reputación, sobre todos los rosados de la denominación de origen Navarra, que han sabido hacerse un hueco entre los mejores de la Península. Éstos son suaves (ya que presentan menos de un 10% de alcohol) y afrutados, aunque los tintos, en la línea de los caldos riojanos, están adquiriendo un protagonismo cada vez mayor, gracias a la mejora de los procesos de elaboración, basados en la crianza en barrica. A su vez, no hay que perder de vista que una zona de Navarra se adentra en el área de la denominación de origen Rioja, sin duda la meca de los mejores vinos españoles.
Fiestas tradicionales y eventos en Navarra
Pese a tratarse de un territorio más bien pequeño, su oferta cultural y folclórica es muy variada en la mayoría de los ámbitos. De hecho, tanto la Diputación Foral como los Ayuntamientos y las Universidades locales promueven un gran número de iniciativas populares que conviven con otras ancladas en los pueblos de montaña y en las tradiciones rurales y que se enmarcan en formas de vida y costumbre que se pierden en la noche de los tiempos, como las romerías o las festividades de cariz religioso.
A continuación, se resumen las más importantes, ordenadas de enero a diciembre.
- La Cencerrada
Esta tradición, que precede a la cabalgata de los Reyes Magos, se celebra en Alsasua cada 5 de enero.
- San Sebastián
Las fiestas patronales de Tafalla tienen lugar el 20 de enero.
- Santa Águeda
En Alsasua, la tarde del 4 de febrero, los coros de Santa Águeda llenan las calles con faroles y cantos que anuncian esta festividad.
- Carnaval
Tiene lugar entre febrero y los primeros días del mes de marzo, en función del calendario lunar. En Alsasua, los temibles mamotxorroak atacan a los asistentes con sus rurales sardes.
- Punto de Vista - Festival Internacional de Cine Documental de Navarra
Creado en el 2005, este certamen se celebra durante la segunda quincena de febrero en Pamplona.
- Semana Santa
El Sábado Santo, Tudela celebra el Volatín y, durante la Pascua de Resurrección, la Bajada del Ángel, que, deslizándose por una maroma, retira el velo negro que oculta la cara de la Virgen.
- Festival de Danza Escena
Se trata de un programa de difusión artística que persigue la divulgación de la danza a través de diferentes estilos, como la danza barroca, el flamenco, el ballet clásico, la danza contemporánea o el hip-hop. Se lleva a cabo en Pamplona durante los fines de semana de marzo, abril y mayo y cuenta con la participación de importantes compañías.
- San Marcos
El 25 de abril, Ujué acoge una de las romerías marianas más famosas de Navarra. Los peregrinos van vestidos con túnicas y caminan descalzos, portando cruces y cadenas. Por su parte, los vecinos de Tafalla peregrinan hasta aquí cada año desde 1043, para agradecer a la Virgen su protección y una antigua victoria militar sobre Aragón.
- Romerías de Roncesvalles
Durante mayo y junio, los vecinos de los valles más cercanos peregrinan los domingos en una procesión en honor de María, vistiendo túnicas y llevando cruces a cuestas. Las romerías más llamativas son las de Arce, Erro y Aezkoa. Esta última es quizás la más espectacular, ya que los alcaldes y los habitantes de esta población lucen vestidos de gala y trajes regionales. En septiembre, esta tradición se repite en las villas francesas más cercanas.
- Festival Otras Miradas, Otras Escenas
Este certamen está impulsado por el teatro Gayarre, en Pamplona, y se lleva a cabo durante la segunda quincena de mayo.
- San Pedro
Las fiestas patronales de Alsasua tienen lugar el 29 de junio. Para conmemorarlas, tiene lugar una romería en la ermita homónima.
- San Fermín
Ésta es, sin duda, la fiesta más importante de Navarra y una de las más célebres de España. Declarada de Interés Turístico Internacional, se inicia el 6 de julio con el tradicional txupinazo, la víspera del día del patrón de Pamplona. Famosa por sus frenéticos encierros; protagonizados por seis toros que persiguen a los mozos a lo largo de 850 m y tres interminables minutos; la fiesta acaba el 14 de julio con los pamplonicas entonando el Pobre de mí. Además, los sanfermines también dan cabida a comparsas de gigantes, cabezudos y kilikis, charangas y, sobre todo, a una marea de visitantes vestidos de blanco y ataviados con pañuelos rojos.
- Festival de Teatro Clásico de Olite
Con más de una década de trayectoria, este certamen ha conseguido hacerse un hueco en la agenda cultural navarra. La cita arranca a principios de la segunda quincena de julio y finaliza a comienzos de agosto. El festival incluye representaciones callejeras y en distintos escenarios.
- Santa Ana
Del 24 al 30 de julio, Tudela se vuelca en sus fiestas patronales. En ellas, concurren peñas, concentraciones de gigantes procedentes de toda España, el baile de La Revoltosa (que tiene lugar a diario en la plaza de los Fueros), ofrendas y encierros, en unos festejos que han sido declarados de Interés Turístico.
- Festival Internacional de Música de Navarra
Se celebra entre finales de julio y principios de agosto en Eugi y Esteribar. Este evento congrega a artistas consagrados y jóvenes promesas, que interpretan piezas de cámara en parajes de gran belleza natural.
- Fiestas Medievales
Se desarrollan el segundo fin de semana de agosto en Olite. Además de un mercado, también se organizan demostraciones de oficios tradicionales y se lleva a cabo una representación de la corte del rey de Navarra.
- Nuestra Señora de la Asunción
Estas fiestas patronales se celebran en Alsasua a partir del 13 de agosto, y cuentan con una duración de cinco días. A su vez, Tafalla celebra estas fiestas con un encierro taurino.
- Fiesta de la Vendimia
Tiene lugar en Olite la primera quincena de septiembre.
- La Santa Cruz
Esta festividad tiene lugar el 14 de septiembre en Alsasua.
- San Miguel
Esta fiesta se celebra el 29 de septiembre en la localidad de Cortes. En su plaza, se lleva a cabo un rito ancestral de inspiración religiosa, en el que se leen poemas con alusiones a algunos de los vecinos del pueblo. Además, también es tradicional organizar bailes típicos, entre los que destaca el paloteado.
- Festival de Cine de Pamplona
Tiene lugar a mediados de octubre y consta de una duración de seis días.
- El Olentzero
El 24 de diciembre, Pamplona y otras localidades navarras (y vascas) celebran la llegada de un leñador conocido como olentzero, que viene cargado de regalos para los más pequeños. Esta tradición se recuperó en los años sesenta del siglo pasado.