Relajación y tranquilidad lejos de las multitudes
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Kilómetros de playas, puestas de sol y rincones mágicos
El viajero que vaya a Formentera buscando lo mismo por lo que es famosa su hermana Ibiza (las dos Pitiusas), tendrá que darse la vuelta y cambiar de destino. Porque si algo tiene que ofrecer esta bellísima joya del Mediterráneo es relajación y tranquilidad, lejos de las multitudes y la famosa marcha que pueblan los veranos de la Isla Blanca. Formentera es un pequeño paraíso situado en el archipiélago de las Baleares, al sur de Ibiza: la más pequeña de las Baleares habitadas. Su costa, con muchos entrantes y recortes, ofrece nada menos que ochenta y dos kilómetros de costa plagada de extensiones de arena blanca y dorada. En forma de recónditas calas o largas playas, la encontraremos gentilmente bañada por las aguas cristalinas y turquesas del Mar Mediterráneo. Sus poco más de nueve mil habitantes se consideran afortunados de vivir en este auténtico paraíso natural, y por esa razón en la isla se fomenta un turismo basado en el desarrollo sostenible y la conservación del entorno.
Y qué entorno… Formentera es Patrimonio de la Humanidad desde el año 1.996, y la Reserva Marina del Freus es la única reserva submarina con esta calificación de todo el Mediterráneo. Quizás ése sea el motivo de que gran cantidad de amantes del submarinismo y el buceo a pulmón visiten la isla durante todo el año; la cálida temperatura de sus aguas y sus praderas de posidonia (por las que la reserva ha recibido la distinción de la UNESCO), plenas de vida marina, convierten a los fondos de la isla Pitiusa en verdaderas maravillas de la Naturaleza.
Las playas de Formentera son algo especial. Quizás sea por su arena, finísima y dorada; por sus aguas azules de un color intenso, tropical; o porque su entorno se ha librado del afán de construcción patente en el resto de las localidades costeras del Mediterráneo, pero lo cierto es que constituyen un auténtico patrimonio natural y turístico para la isla. Hay playas para todos los gustos; desde las más familiares, con restaurantes cerca y zonas donde comprar, hasta las calas más escondidas y solitarias donde es posible ver pasar las horas de sol, sin que nadie más turbe nuestro descanso… Los deportes acuáticos son de práctica habitual en estas cosas; el wind surf, kite surf y la navegación en todo tipo de embarcaciones (en Formentera podremos descubrir algunas de las más lujosas del mundo) atraen a fanáticos del mar, año tras año.
Pero esta mágica isla tiene también otros puntos de interés. Faros casi míticos donde ver unas puestas de sol que están entre las más espectaculares del mundo; fiestas y tradiciones ligadas al campo y a la mar; una gastronomía plena de delicias y de productos artesanales; magníficos restaurantes para degustar los mejores pescados; yacimientos megalíticos donde se puede sentir el paso de los primeros pobladores de Formentera, allá por el año 2.000 antes de Cristo… Tal cantidad de atractivos que, seguramente, harán que una visita a la isla no sea suficiente para conocerla.
De la costa al interior; de la playa al faro
Aunque en Formentera hay más lugares de interés que sus famosas playas, lo cierto es que, si por algo es famosa esta pequeña pero maravillosa isla, es por sus kilómetros de arenales. Su privilegiada temperatura y la gran cantidad de días de sol con que cuenta al año, convierten a las playas de la Pitiusa menor en paraísos para los viajeros sedientos de mar, luz y horas de sol. Llama la atención lo “salvaje” de estas playas, libres aún de construcciones que rompan la línea del paisaje; el desarrollo sostenible que se está fomentando en Formentera desde hace años y una política de conservación medioambiental muy estricta hacen que siga manteniendo el encanto de un paraíso casi virgen.
Veinte kilómetros de arena blanca, aguas azules y cristalinas, pequeñas calitas y enormes playas pueblan el litoral de Formentera. Son playas no masificadas (aunque en verano los turistas aumentan considerablemente, siempre se pueden encontrar encantadores rincones solitarios…), y la mayoría se enorgullece de ofrecer todo tipo de servicios. Los amantes del turismo cómodo y familiar tienen una cita en Es Pujols, donde además de pasar el día disfrutando de la arena y el mar, podrán acudir al mercadillo hippie que se monta todos los atardeceres, o disfrutar de sus restaurantes, zonas de compras y deportes náuticos. Precisamente en cuestión de deportes náuticos, el mejor lugar para practicarlos es la zona de Illetes, un punto muy cercano al islote de Espalmador y que pertenece a una zona declarada Patrimonio de la Humanidad.
Pero si lo que buscamos son rincones con encanto, más alejados de lo turístico, podemos acercarnos a Es Caló, un precioso pueblo marinero de tradición pesquera, con su pequeña playa y cercano a los acantilados de La Mola; junto a él también podremos contemplar la zona de Ses Platgetes. Y para contemplar un paisaje realmente bello, lo mejor es visitar Cala Saona y disfrutar de las vistas que ofrece de la isla de Ibiza y de los acantilados de Punta Rasa. Otras playas que ofrecen tranquilidad son Es Cavall d’en Borras e incluso la playa de Migjorn; sus cinco kilómetros de longitud y su ubicación al sur de la isla garantizan una tranquilidad fuera de toda duda.
Fuera del circuito de playas, hay muchas más cosas que la isla tiene para ofrecer. Los faros son puntos a no perderse. El Faro de La Mola fue recordado por Julio Verne en alguna de sus obras; el escritor no dudó en calificarlo de “lugar mágico”, y ciertamente lo es. Lo mismo se puede decir del Faro de Cap de Barbaria; un paseo por esta zona proporciona una increíble sensación de soledad frente a la Naturaleza, que se ve culminada por el espectáculo de ardientes e inolvidables puestas de sol. Las formaciones rocosas de la Punta de Sa Pedrera y su “desierto pétreo”, así como el famoso Estany des Peix (una laguna marina que se comunica con el mar a través de un estrecho brazo, y que es perfecta para navegar o para practicar deportes como el windsurf) merecen que les dediquemos también unos días de nuestras vacaciones.
Para terminar, no hay que olvidar que en distintas localidades de Formentera podremos encontrar interesantes monumentos y edificios, que forman parte del patrimonio de la isla. La Iglesia de San Francesc Xavier, del año 1,973, se encuentra en la capital y sorprende con su estilo fortificado. También podemos contemplar un Castellum (castillo) Romano en Can Bla, con sus cinco torres en las esquinas y la puerta, situado entre La Savina y La Mola; y dos interesantes enclaves megalíticos (el Asentamiento de Cap de Barbaria y el Yacimiento Ca Na Costa), que atestiguan la presencia humana en la isla desde el año 2.000 antes de Cristo.
La cocina mediterránea más especial
Situada como está en el Mare Nostrum, es lógico que la gastronomía de Formentera sea una auténtica representación de cocina mediterránea. No en vano, la isla fue visitada e incluso conquistada por distintas culturas de orillas de este mar, que aportaron a la cultura culinaria sus ingredientes, técnicas y productos representativos. Formentera se enorgullece de tener muchos platos personales y distintivos, así como productos de elaboración artesanal que distinguen a su gastronomía de una forma muy especial.
El pescado, como es natural, es el ingrediente por antonomasia de los platos; cocinado a la parrilla, en guisos, en arroces, frituras, al horno o a la plancha, se coloca como protagonista principal de todas las mesas. Pero lo que es realmente característico de la gastronomía isleña es el pescado en salazón, una tradición procedente de los fenicios que se mantiene hasta nuestros días, y que encontramos en platos como la ensalada pagesa o la coca de pimiento y pescado seco. El sofrito pages es otra delicia típica de Formentera; se trata de una salsa hecha con cebolla, aceite, ajo y tomate que se remonta a los tiempos en los que los catalanes dominaron la isla.
Los productos artesanales son un punto y aparte en la gastronomía de la Pitiusa. Los quesos son deliciosos y se realizan a base de leche de cabra; en cuanto a embutidos, podemos destacar la sobrasada (que comparte Formentera con el resto de las Baleares) y el botifarró. Mieles de tomillo y romero se producen también en la isla, sin olvidarnos de los delicados xereques, higos partidos y secados al sol que se sazonan con flor seca de tomillo e hinojo, para desupués volverlos a juntar.
La repostería de la isla nos aporta productos exquisitos, como el Flaó, la tarta a base de queso de cabra típica de Semana Santa, o la sabrosa Salsa Mossona (Salsa de Nadal), que se prepara en Navidad en los hogares isleños. Se trata de una especie de “turrón líquido” con almendras y avellanas como base, y que no puede faltar en ninguna casa en las fechas señaladas.
Vinos y licores cierran el apartado de la gastronomía de Formentera. La tradición vinícola de las Islas Baleares se mantiene también en la isla; los caldos baleares son apreciados en todo el mundo, habiendo conseguido importantes galardones en distintos países. Pero quizás sean sus licores a base de hierbas (Herbes, Palo y Licor de Frígola) lo que distingue a la isla en cuanto a bebidas espirituosas. Perfectos para tomar con hielo, degustando la repostería isleña después de comer, su composición de hierbas los convierte en deliciosos digestivos.
Tradiciones y música junto al mar
Como isla que es, Formentera debe su origen al mar, y sus habitantes sienten al océano como su patrón y progenitor. Por este motivo, las tradiciones marineras son características del año festivo en la isla, siendo la fiesta de la Virgen del Carmen, que se celebra el 16 de julio, la más importante junto con la de Sant Jaume. Durante la fiesta de la Patrona tiene lugar una procesión marinera, en la que los pescadores y marinos desfilan con sus embarcaciones en honor a la Virgen y dejan caer una corona de flores al mar. Esta fiesta tiene lugar en el Puerto de la Savina y en Els Pujols. Por su parte, Sant Jaume es una festividad que se celebra en distintas localidades de la isla durante la semana del 25 de julio. En esta celebración tendremos la oportunidad de contemplar algunas tradiciones isleñas, como el baile pages y la cantada pagesa, durante la cual una pareja formada por un hombre y una mujer se provoca y se responde cantando. La Vuelta Ciclista a Formentera y una gran cantidad de eventos de música al aire libre animan esta semana de verano.
La Semana Santa se celebra en la isla con particular fervor, siendo comunes las tradicionales procesiones. Las cofradías de Formentera reciben el nombre de Hermandades de Creyentes, y a lo largo de los cuatro días de eventos se celebran varias procesiones distintas en diferentes localidades, pero muy especialmente en la capital. Y hablando de fiestas religiosas, la Navidad (Nadal) se festeja de una forma muy particular en la isla. Los belenes artesanales y monumentales se reparten por los pueblos, y en la capital se pueden ver escuchar los Caramelles de Nadal, antiquísimos cantos de tradición balear. Y para los que les guste la artesanía, no hay que olvidar que el 12 de octubre tiene lugar la Fiesta del Pilar de La Mola con su Mercadillo artesanal.
Formentera es un enclave privilegiado para la música. Tanto en lo que se refiere a conciertos de música clásica (representada por sendos festivales que se celebran durante el verano), como a muchos otros conciertos de jazz, rock, pop…, en la isla, las noches de verano podremos escuchar bellas notas junto al mar por doquier. Lejos del bullicio y las célebres noches de Ibiza, en Formentera es más común disfrutar de fiestas en chiringuitos playeros, que se prolongan hasta el amanecer. La vida nocturna más animada se localiza en Els Pujols y sus calles estrechas, pero también en pueblos como Migjorn, o en cualquier terraza, bajo la luz de las estrellas…