Un hermoso archipiélago en el Océano Atlántico
Madeira, la Perla del Atlántico
Con este bello sobrenombre se conoce a la mayor de las islas que conforman lo que en la actualidad se llama Madeira. Aunque muchas personas piensan que se trata de sólo una isla, en realidad estamos hablando de un archipiélago situado en el Océano Atlántico, próximo a las Islas Canarias y que pertenece a la nación de Portugal. Dicho archipiélago está formado por dos islas habitadas: la propia Madeira y Porto Santo, además de otros dos grupos de islotes desérticos y sin habitar, las Islas Salvajes y las Islas Desertas. Muchos han sido los nombres que han recibido estas islas a lo largo del tiempo, así como los personajes célebres relacionados con ellas. Sin ir más lejos, uno de los ídolos el fútbol mundial nació en Funchal, capital de la isla de Madeira; por supuesto, estamos hablando de Cristiano Ronaldo. Pero la historia también ha dejado su huella en estas islas, y personajes tan célebres como Sir Winston Churchill o la emperatriz Sissí visitaron y admiraron estas islas en los tiempos que les tocaron vivir.
La isla de Madeira, como hemos comentado, es la mayor del archipiélago. Consta de 741 km2 y 130.000 habitantes aproximadamente, por lo que su envergadura es mayor que la de su vecina Porto Santo, con sólo 42,17 km2 y 4.800 habitantes. Ambas islas son muy diferentes, pero maravillosas cada una con su personalidad. La orografía de Madeira es escarpada y plena de acantilados rocosos; en Porto Santo, por el contrario, las playas de arenas finas y doradas son una realidad habitual.
Este hermoso lugar cuenta con paisajes increíbles, sobre todo para los amantes de la Naturaleza en estado puro. Las sendas para recorrer el interior y las escarpadas costas de Madeira suelen seguir los caminos trazados por las levadas, canalizaciones de agua de los tiempos de los conquistadores (s. XV) que surcan montes y campos para llevar el agua a las poblaciones. Los amantes del senderismo tienen una auténtico paraíso en esta red de canales, que forman un conjunto de rutas, a cada cual más interesante y espectacular.
La ausencia de playas grandes y al uso es, quizás, lo que más acusan los turistas que acuden a Madeira pensando encontrar un destino de sol y playa. Pero la isla tiene mucho más que arena para atraer a los visitantes, que no se sentirán decepcionados. Además, las aguas que rodean la isla son transparentes, cálidas y de un azul profundo, lo que las convierte en un paraíso para la fauna tropical y subtropical, perfecto para practicar buceo y submarinismo. Las piscinas naturales en las rocas también son un lugar estupendo para la diversión; y quien quiera tumbarse en una playa de arenas doradas, puede visitar la bella isla de Porto Santo, donde su gran arenal tiene además propiedades terapéuticas.
Un punto a destacar de este bello archipiélago es su gastronomía. La cultura de los fogones cobra en Madeira una importancia superior, con platos realizados a base de pescados, mariscos y carnes, así como sopas, potajes, repostería y cómo no, los mundialmente famosos Vinos de Madeira. Una visita a las bodegas de la Compañía del Vino nos permitirá probar las mejores cosechas de estos afamados caldos, para llevarnos como recuerdo una botella del sabroso néctar... Y todos los paisajes de Madeira en la retina.
Flores, reservas naturales y un patrimonio a conservar
A Madeira también se la conoce como la Isla de las Flores. El viajero se sorprenderá al ver las grandes extensiones floridas del interior de la isla y de sus acantilados, que pueblan de color a una isla que semeja una selva en medio del océano. No en vano, el Parque Natural de Madeira ocupa dos tercios de la superficie total de la isla, llenando toda su extensión de reservas naturales, tanto terrestres como marinas. Dentro de la vegetación autóctona, hay que destacar los restos de los bosques de Laurisilva de Madeira. Antiguamente la isla estaba cubierta por esta especie casi en su totalidad, pero los colonos portugueses prendieron fuego a las extensiones para establecer granjas y cultivos. Los bosques que sobrevivieron a la quema reciben el nombre de bosques relictos, y han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El origen volcánico de estas islas explica en gran parte su complicada orografía, sus altos picos y sus escarpadas costas. Si bien Madeira es un paraíso de vegetación, sus hermanas son islas más bien desérticas, con vegetación escasa. Sin embargo, en ellas también hay establecidas reservas naturales, sobre todo de tipo marino. Hay que destacar que la Reserva Natural de las Islas Desertas es el último refugio de la foca monje o león marino de todo el Océano Atlántico; por su parte, la Reserva Natural de las Islas Salvajes es un auténtico santuario ornitológico. La Reserva Parcial de Barajan es reserva marina y no se permiten en ella la pesca ni las actividades acuáticas, por lo que los amantes del submarinismo agradecerán la presencia de enormes y tranquilos meros y mantas, que no se asustan con la presencia humana...
Porto Santo merece una mención aparte. Considerada una pequeña joya de la nación portuguesa, sus playas de arena fina se consideran beneficiosas para la salud, debido a la combinación de las aguas atlánticas con la peculiar composición de su arena (a base de restos de animales marinos). Pero no es la única playa del archipélago, aunque sí se considera la mejor. A lo largo y ancho de la isla podemos encontrar playas de cantos rodados y piedras, como la de Funchal; unas buenas zapatillas serán nuestras compañeras inseparables a la hora de recorrerlas. Las piscinas naturales son casi la mejor opción a la hora de darse un chapuzón en el Atlántico; realizadas a partir de charcos de origen natural, rodeados de rocas, sus tranquilas y cálidas aguas azules dan la bienvenida a los viajeros amantes del mar. Como curiosidad, indicar que la única playa de arena amarilla de la isla de Madeira está situada en Caniçal, y es de pequeño tamaño.
El patrimonio monumental y urbano es también una parte importante de los atractivos que tiene Madeira para ofrecer. La capital, Funchal, es donde se da mayor concentración de edificios históricos y museos, como el Museo de Arte Sacro o el de la Quinta das Cruces, con su bellísimo parque plagado de elementos antiguos e históricos. Porque Madeira es una isla de parques y jardines, y merece la pena visitar algunos de los más bellos, como Villa Blandy's Garden o el Jardín Tropical de Monte Palace, situado en la preciosa localidad de Monte. Este pueblo ha sido calificado como la Sintra de Madeira en comparación con la localidad portuguesa peninsular, por su belleza y su profusión de edificios señoriales e históricos.
El reino del pescado y del vino
La pesca es una actividad tradicional en Madeira. Antes de que la gran mayoría de la población de la isla se dedicara al turismo (alrededor del 75%), las actividades tradicionales se basaban en la pesca y la agricultura. Por esta razón, la gastronomía de Madeira es muy rica y amplia, y sus guisos de pescado merecen estar entre las preparaciones más deliciosas de las mesas internacionales. La variedad de pescados que se consume en Madeira es increíble: atún, bacalao (con más de trescientas formas de preparación), pez espada, mero, polvo (pulpo), lulas (calamares…). Las distintas formas de prepararlos ofrecen al viajero gran cantidad de experiencias distintas para el paladar. Desde la sabrosa caldeirada (una especie de sopa de pescado) hasta la espada preta (pez espada cocinado con plátano), pasando por el atún con maíz frito, el pulpo o los calamares, los sabores se suceden en platos que son auténticas delicias.
La carne también es protagonista de muchas preparaciones, como por ejemplo la carne en vinhal d’alho (carne de cerdo marinada con ajo) o la espetada de carne con laurel a la brasa. Y todo esto, sin olvidarnos de las variadas sopas (como la sopa de Madeira, a base de tomate, cebolla y huevo), el bolo do caco (pan cocido sobre hierro que acompaña a las comidas, delicioso con mantequilla y ajo), el caldo verde portugués, los caramujos o bígaros, las lapas a la parrilla (grelhadas) o la cataplane, un contundente guiso de tierra y mar, con almejas, salchichas, jamón y pimentón entre sus muchos ingredientes.
La repostería de Madeira tiene su mejor representante en el bolo o pastel de mel; y mención aparte merece la enorme variedad de frutas de todo tipo, en especial las variedades tropicales, que se pueden encontrar en los mercados. Plátanos por doquier, pero también mangos, papayas, chirimoyas… Que se pueden degustar en sabrosas macedonias, ensaladas e incluso formando parte de originales cócteles. Aunque desde luego, la bebida emblemática de Madeira es su afamado vino, célebre en todo el mundo. Lo podemos encontrar en cuatro variedades distintas, para todos los gustos y paladares: sercial, de tipo seco; verdel-ho, semi seco, más suave; boal, semi dulce, y malvasía, vino dulce perfecto para acompañar a los deliciosos postres de miel característicos de la gastronomía isleña.
Una isla de festivales y música para disfrutar
Madeira es una isla de música, algo que no muchos viajeros conocen. La promoción de las actividades relacionadas con este arte se está llevando a cabo de forma muy acertada por parte de las instituciones locales, y fruto de esta iniciativa es el Festival del Atlántico, que se celebra durante el mes de junio. Este festival consta de tres acontecimientos principales: el Festival de la Música de Madeira, el Concurso Nacional de Fuegos Artificiales y la actuación de las Bandas Filarmónicas. Durante los días que se prolonga el evento, se suceden en las calles de Funchal gran cantidad de exposiciones, espectáculos musicales, conciertos y eventos, como el Rally Vuelta a Madeira. Dos meses después tienen lugar las fiestas de Nuestra Señora del Monte, concretamente el día 15 de agosto; son las fiestas patronales de Madeira, y su celebración puebla de vida y diversión las calles de la bella localidad de Monte.
En septiembre se celebra en la isla una festividad muy especial: la Fiesta del Vino de Madeira. Tiene lugar en las localidades de Funchal (con exposiciones, degustaciones y espectáculos) y Esteito de Camara de Lobos. Esta celebración es algo digno de ver, y es especialmente recomendable participar en ella como un isleño más. La fiesta de Esteito comienza con la vendimia en directo, en la que la recogida de la uva es una parte fundamental en la que pueden tomar parte tanto habitantes de la isla, como turistas y viajeros. A la vendimia la sigue un desfile y se termina con la pisa de la uva, todo rodeado del mejor ambiente festivo.
Los Carnavales también se celebran con pasión en Madeira, pero siempre intentando conservar las celebraciones de raíz más popular. El Sábado de Carnaval desfila en Funchal el Gran Cortejo Alegórico, mientras que el Jueves de Carnaval es el turno del Cortejo “Trapalhao”, de tipo caricaturesco y crítico. Le sucede en el calendario festivo la Fiesta de la Flor, una celebración de la primavera en una isla que debe gran parte de su belleza a las flores. Tiene lugar en abril, y al mercado de flores le suceden las alfombras florales, que cubren de colores los suelos y calles de la ciudad de Funchal. El sábado es el turno del Desfile Infantil, y el domingo terminan las festividades con el Gran Desfile de la Flor, plagado de espectaculares carrozas repletas de flores, que visten con un colorido espectacular la ciudad.
No podemos terminar este recorrido por Madeira sin mencionar sus noches, arrulladas por el murmullo del Océano Atlántico. Degustar un vino de Madeira o un cóctel de frutas en alguna de las terrazas o bares de las distintas localidades es un auténtico placer, y más aún si lo podemos combinar con el espectáculo de una magnífica puesta de sol. Además, no faltan en las islas las discotecas con música en vivo o los pubs más modernos. En Porto Santo, el lugar al que acudir en busca de vida nocturna es Penedo do Sono, una zona lúdica plagada de discotecas, bares y restaurantes.