La ciudad castellana e histórica por excelencia
Bella y eterna
Valladolid es una ciudad tan especial, que incluso fue la capital de España durante un lustro, allá por el siglo XVII. Su tamaño es perfecto para recorrerla con pausa en una interesante escapada y disfrutar de la gran cantidad de atractivos que tiene para ofrecer a los viajeros. Valladolid es tan rica en patrimonio monumental como en cultura, gastronomía, vinos o animación. Sus alrededores guardan incontables secretos para descubrir, y su emplazamiento la convierte en una encrucijada a la que llegan todo tipo de comunicaciones: excelentes carreteras, el AVE, vuelos low cost... Quizás sean estos los motivos por los cuales, cada vez hay más viajeros que desvían sus pasos hacia Valladolid.
Actualmente, la ciudad es la capital de la Comunidad Autónoma de Castilla-León. La cercanía de Valladolid con otras ciudades importantes como Madrid la convierte en un destino ideal de fin de semana o de puente, aunque lo cierto es que si queremos conocer un poco más a fondo todos sus tesoros y sus alrededores, probablemente tengamos que prolongar un poco nuestra visita. El casco urbano vallisoletano fue muy castigado en la década de los cincuenta del siglo XX, pero una excelente rehabilitación ha convertido a la ciudad en una urbe cómoda y muy atractiva. Su Plaza Mayor, el Campo Grande, los diversos museos, la Catedral, las magníficas iglesias y todos los bellos rincones que los viajeros descubren en su caminar, hacen que Valladolid sea una ciudad inolvidable que querremos visitar más de una vez.
Además de su belleza y su patrimonio, en Valladolid podremos de disfrutar de muchos otros placeres. Sin ir más lejos, hoy día la provincia de Valladolid está considerada la que mejor oferta enológica tiene para los viajeros y los gourmets. La gran variedad de vinos y su excelente calidad hace que merezca la pena dedicar unas jornadas a recorrer bodegas, contemplando su atractiva arquitectura y probando los caldos de la zona. Y si de probar se trata, no podemos dejar de destacar la excelente gastronomía vallisoletana, con sus guisos y sus asados a precios más que recomendables. La vida nocturna y la diversión son también importantes en la ciudad; tanto el tapeo de día, como los pubs nocturnos y el calendario de festividades (religiosas, populares y culturales) animan el día a día de una ciudad que se reinventa constantemente.
La provincia de Valladolid cuenta también con magníficos parajes naturales, de una variedad increíble. Desde las llanuras plenas de cereal de Tierra de Campos al verdor de Tierra de Pinares, pasando por los recorridos fluviales por el Canal de Castilla y algunos hermosos humedales, el amante de la naturaleza encontrará en los alrededores de Valladolid bellísimas rutas poco concurridas, plagadas de posibilidades en cuanto a senderismo o turismo de aventura, pero también en lo que se refiere a patrimonio cultural. En resumen, Valladolid tiene todo lo que los viajeros que busquen la excelencia puedan desear. ¿Nos acercamos?
Un casco viejo muy acogedor entre parques, museos e iglesias
Cuando se llega a Valladolid, lo mejor es olvidarse directamente del coche si queremos conocer bien la ciudad. Aunque pequeño, el casco viejo de la urbe es muy agradable de recorrer, estando además peatonalizado en gran parte. Repleto de edificios de interés y de bares y tascas en donde degustar del vino, la hospitalidad y la conversación de los vallisoletanos, este núcleo depara al visitante estupendas sorpresas. La Plaza Mayor es el centro neurálgico de la ciudad y fue la primera en su estilo, de forma rectangular, que se edificó en nuestro país. Esta hermosa plaza sufrió un gran incendio y fue reconstruida siguiendo las pautas de otras célebres plazas españolas, como por ejemplo la Plaza Mayor madrileña. Y si lo que buscamos es un recinto en el que disfrutar del aire puro en plena ciudad, entonces el Campo Grande será el destino deseado. Este gran jardín urbano está plagado de parques infantiles, agua, aves y especies de flora; sus habitantes más célebres son los pavos reales, que caminan majestuosos por todos los rincones. Merece la pena darse un paseo en barca por el estanque, disfrutando de la tranquilidad y las hermosas vistas.
El recorrido cultural por Valladolid pasa necesariamente por la ruta de las iglesias. La Catedral de la ciudad se inició en el siglo XVI por el célebre artista barroco Juan de Herrera, pero a día de hoy está sin terminar, por lo que recibe también el sobrenombre de La Inconclusa. El retablo de Juan de Juni que se expone en su interior es motivo suficiente para visitarla; además, en su interior se acoge el Museo Diocesano y Catedralicio. Los alrededores de la Catedral están repletos de agradables terrazas en las que disfrutar de la belleza del entorno bajo el sol de primavera y verano. Otras iglesias de interés son Santa María de la Antigua, uno de los símbolos de la ciudad; San Pablo, fundada en el siglo XIII y reformada posteriormente; San Benito, antigua y muy hermosa, y San Miguel.
Valladolid es también ciudad de museos. Sólo en recorrer los que salpican el casco urbano podemos tardar más de una jornada... La ciudad acoge el Museo Nacional de Escultura Policromada, el más relevante de España en su especialidad; también cuenta con un Museo Oriental con la mejor colección del país; el Museo de Valladolid, sobre la historia de la urbe; el Museo Patio Herreriano, de arte contemporáneo; el Museo de la Ciencia, perfecto para niños; y las Casas Museo Colón y José Zorrilla. Y ya saliendo de la ciudad, en el resto de la provincia y, como quien dice, a un tiro de piedra en coche podremos recorrer maravillosos pueblos como Medina del Campo, Tordesillas, Urueña o Simancas, entre muchos otros. Lugares mágicos donde el ambiente medieval se respira por doquier.
Cuando nuestras mentes y nuestras almas estén ya repletas de cultura y espiritualidad, y nuestro cuerpo haya disfrutado de los placeres de la gastronomía y la conversación, será el momento de recorrer las sendas naturales que ofrecen los parajes vallisoletanos. Tanto la Tierra de Pinares como los Montes Torozos, el Valle de Esgueva, la Ribera del Duero o la Tierra de Campos, ofrecen múltiples posibilidades para todos los gustos en lo que se refiere a disfrutar del aire libre. Bien sea realizando una tranquila ruta en la que poder contemplar la fauna, la flora o las vistas; o bien sintiendo la descarga de adrenalina a través de cualquier deporte de aventura, la naturaleza vallisoletana se encargará de que no dispongamos de un solo momento de aburrimiento.
Asados, pan y caza en tierra de vinos
Al igual que en muchas otras provincias castellanas, los asados en horno de leña constituyen una auténtica tradición en Valladolid. Muchos mesones se enorgullecen de sus recetas, que tienen como ingrediente principal las carnes de lechazo, cochinillo o tostón y cabrito. La altísima calidad de estas carnes convierte a los asados en auténticas obras de arte, que ningún viajero debe dejar de probar. Además de las carnes asadas, en Valladolid también es posible degustar muchas delicias de huerta como los exquisitos espárragos trigueros, o legumbres de merecida fama como las lentejas pardinas o los garbanzos. Además, el pan de Valladolid y las variedades de las distintas poblaciones de la provincia tiene una merecida fama, siendo representativo el llamado pan lechuguino de la capital.
El capítulo de aves y caza es también muy destacable en tierras vallisoletanas. Hay dos recetas que ocupan las primeras plazas del ranking de fama y calidad: el gallo turresilano y la gallina en pepitoria. El primero, como su nombre indica, es típico de la localidad de Tordesillas, mientras que la segunda ha extendido su preparación a muchos otros lugares, una deliciosa receta en la que se incluye la gallina de granja, el laurel, la cebolla y el brandy. En cuanto a la caza, es cierto que Valladolid es una provincia con mucha tradición cinegética, como atestiguan los libros de Miguel Delibes, vallisoletano de pro. El conejo, la liebre o la perdiz, entre otras especies, figuran a menudo en el recetario típico de la provincia. A pesar de ser tierra de interior, el pescado también se prepara a menudo en las mesas vallisoletanas. El bacalao es protagonista indiscutible de muchas exquisitas preparaciones, pero también hay una gran tradición de consumo de merluza y besugo. Y por supuesto, sin olvidarnos de las populares ancas de rana, tan típicas de la región.
Los quesos y los embutidos también tienen su correspondiente representación en Valladolid, al igual que en el resto de las regiones españolas. La leche de oveja suele ser el ingrediente principal, como en el caso del Villalón, y también se elaboran deliciosas variedades curadas. No hay que dejar de probar tampoco las salchichas y morcillas de Zaratán, realizadas con carne de vaca o ternera. Y ya pasando al apartado enológico, Valladolid es una de las provincias con mayor variedad y calidad en lo que se refiere a la producción de vinos. Cuatro Denominaciones de Origen salpican la provincia: Ribera de Duero, Toro, Cigales y Rueda. Entre su producción podemos degustar delicados y chispeantes blancos, contundentes tintos, alegres rosados... Todo un despliegue de sabor, color y aroma para aderezar las mejores comidas. Y para el toque final de cualquier menú, la repostería vallisoletana ofrece delicias de primera como las yemas, las zapatillas, los bizcochos de Tordesillas, los dulces de los conventos o las ciegas de Íscar.
Un calendario festivo con importantes eventos culturales
El año festivo comienza en Valladolid calentando motores, y esto es más cierto allí que en ningún otro lugar. Porque el primer fin de semana después de la festividad de Reyes, en pleno mes de enero, tiene lugar las célebres concentraciones moteras de Los Pingüinos y de los Montauros, que tienen a gala ser las más concurridas de toda Europa. Ya en el mes de abril, con los albores de la primavera, la Semana Santa da comienzo en la ciudad. Esta festividad está catalogada como de Interés Turístico Internacional por la belleza de sus procesiones, y sobre todo de sus pasos y tallas, considerados de los más hermosos del mundo.
Ya a principios de mayo, la Feria del Libro ocupa el Paseo Central del Campo Grande, seguida de la Semana del Renacimiento. Una de las celebraciones más originales e interesantes se realiza durante esos días, cuando se representa la llamada Ruta del Hereje, una teatralización del libro de Miguel Delibes que se acompaña de menús especiales ofrecidos por los restaurantes y tascas. Además, en mayo también tiene lugar el Festival Internacional de Teatro y Artes de Calle de Valladolid (TAC).
También en mayo es el momento de celebrar las fiestas patronales de San Pedro Regalado, con eventos taurinos, gastronómicos y musicales; aunque las auténticas fiestas de Valladolid capital son las de Nuestra Señora de San Lorenzo, cuyo día grande es el 8 de septiembre. Dentro de estas jornadas cabe destacar la Feria de Día, los conciertos gratuitos que tiene lugar en la Plaza Mayor y sobre todo la popular Partydance, un desfile lleno de color que se inspira en la ya desaparecida Love Parade berlinesa.
Por supuesto, estando en Valladolid no podemos dejar de mencionar la Seminci (Semana Internacional de Cine de Valladolid), que ha cumplido ya cincuenta años y se ha consolidado como todo un referente internacional en lo que respecta a cine de calidad y con valores propios. La sede de la Seminci es el Teatro Calderón, y se celebra entre octubre y noviembre todos los años. Otros eventos culturales a destacar son el Encuentro Internacional de Maestros Escultores de Arena, que tiene lugar en junio, y el programa de las Noches de San Benito, que durante el mes de julio ofrece espectáculos musicales y teatrales, y también un ciclo de cine al aire libre.
Valladolid es un destino ideal para quienes amen la cultura, la gastronomía y la hospitalidad. Una ciudad completamente renovada pero que conserva su tradición, y que cuenta con algunos de los edificios y museos más interesantes que podamos encontrar, así como con un entorno natural de excepción. Una visita a Valladolid es casi una obligación para cualquier viajero que se precie.