De centro azucarero a destino turístico de lujo
Entre el cielo y la tierra
La Romana no es un destino caribeño más. Alejada de los típicos destinos al uso, la ciudad (que cuenta con alrededor de 100.000 habitantes) se erige en paradigma del turismo exigente que busca algo más que playa y mojitos. En la zona se pueden visitar alrededores de belleza excepcional y enclaves culturales tan atractivos como los Altos del Chavón, un auténtico hervidero de arte y cultura con una peculiar idiosincrasia: es un pueblo diseñado y construido al estilo de las villas mediterráneas. Además, la naturaleza de La Romana y su entorno es impresionante; el Parque Nacional del Este alberga entre otros tesoros como la bellísima Isla Saona. Muy cerca de La Romana se encuentran lugares paradisíacos como Bayahibe, cuya playa es considerada una de las más bellas del Caribe. Y muchos otros lugares increíbles que hacen de La Romana un lugar inimitable para disfrutar del mejor de los viajes.
Disfrutar de La Romana implica también, por supuesto, conocer a fondo la cultura y las costumbres de la población. La hospitalidad es una arraigada tradición dominicana; las gentes del lugar son abiertas, amables y acogedoras. Una de las muestras más tentadoras de la cultura de la región es su deliciosa gastronomía, que mezcla la tradición indígena con aportaciones hispanas y criollas, en un crisol de sabores que satisfará a los paladares más exigentes. Además, la alegría del pueblo dominicano se exhibe durante todo el año a través de sus fiestas populares, entre las cuales destaca el Carnaval. Durante las celebraciones, el pueblo entero sale a la calle a celebrar la fiesta con bailes (bachata y merengue hasta que salga el sol), desfiles y disfraces. Una muestra más de la cálida cultura caribeña, que en La Romana se alía con la gran belleza natural y los excelentes equipamientos turísticos de la región. Así, La Romana es todo un conjunto, que se ha ganado a pulso su prestigio como destino turístico incomparable.
Las playas más increíbles, rodeadas de arte y cultura
La costa caribeña es, desde luego, el principal reclamo de quienes acuden a pasar sus vacaciones a La Romana. Todos tenemos en la mente esa paradisíaca imagen de largas playas solitarias, relucientes de arena dorada y cristalinos fondos en los que bucear contemplando a la fauna marina y el coral. Pues bien: en La Romana es posible encontrar estos paraísos y disfrutarlos como en ningún otro lugar. No en vano, personalidades de fama mundial como Sharon Stone, el diseñador Oscar de la Renta o Julio Iglesias cuentan con una residencia en el exclusivo complejo Casa de Campo, destinado a las vacaciones de los más ricos y glamourosos turistas.
Sin embargo, lejos de ser un destino VIP, La Romana está abierta a todos los viajeros: desde aquéllos que llegan sólo con el vuelo y se dedican a descubrir las bellezas de la región a su aire, hasta quienes prefieren apuntarse a un viaje organizado con todas las comodidades. Y para todos están las maravillosas playas caribeñas de la región, como por ejemplo la de Bayahibe, a tan sólo veinte minutos de la ciudad de La Romana. Esta playa es considerada una de las más bellas del Caribe (y por lo tanto, del planeta) con toda justicia. Pero no es la única: basta con acercarnos a playa Dominicus o hacer una excursión a Isla Saona, perteneciente al Parque Nacional del Este, para encontrar arenales de belleza impresionante con límpidas aguas en las que practicar el submarinismo o el buceo a pulmón. Isla Catalina es otro de los puntos que merece la pena visitar; de propiedad privada, es un lugar de referencia en cuanto a buceo se refiere.
Muy cerca de La Romana, concretamente de la Casa de Campo, se encuentra un lugar muy especial: los Altos de Chavón. Se trata de un pequeño pueblo situado sobre el cañon del río que da nombre al lugar, y que a día de hoy es el lugar de residencia y creación de muchos artistas de prestigio internacional. En pleno Caribe, el pueblo destaca por su arquitectura inspirada en las villas mediterráneas del siglo XVI, aunque en realidad fue edificado a mediados de la década de los 70 del siglo XX. El pueblo cuenta además con excelentes restaurantes y boutiques de alto standing, así como una iglesia inspirada en el Medievo y un anfiteatro donde han actuado los más prestigiosos músicos y bandas internacionales. Y por si fuera poco, en Altos del Chavón se encuentra la Escuela de Arte de Altos del Chavón, una filial de la famosa Escuela Parsons de Diseño de Nueva York que desde 1983 imparte enseñanzas artísticas a alumnos procedentes de todo el mundo.
Para los amantes de la naturaleza tropical en estado puro, el Parque Nacional del Este se extiende entre Boca de Yuma y Bayahibe, con una gran extensión que abarca alrededor de 800 km2, de los cuales casi la mitad corresponden a la reserva marina. En el parque abundan los bosques de manglares, los arrecifes de coral, los lechos de algas y está presente una enorme variedad de fauna, entre la que destacan especies como los manatíes, las iguanas rinoceronte o las tortugas. Además, allí también es posible visitar cuevas con muestras de arte rupestre e importantes restos arqueológicos de la cultura taína, como los que se pueden contemplar en la Cueva de José María. Y para terminar, nada mejor que una visita a la Bahía de las Calderas y el Paso del Catuano, bellísimos parajes de manglares con una excepcional biodiversidad.
Cocina criolla con toques hispanos y africanos
Los platos que se elaboran en la República Dominicana suelen llevar ingredientes como el arroz, las habichuelas, frutas como el plátano verde o el coco y especias como el sabroso orégano dominicano. En la comida del mediodía es habitual degustar un plato que es considerado por muchos un emblema de la República Dominicana: la bandera. Elaborado con arroz blanco, habichuelas y carne de pollo o de vacuno (por lo general estofada), suele ir acompañado de plátano verde frito o cocido, y a veces de ensalada verde. Es una receta deliciosa que invita a repetir. El plátano verde es un ingrediente omnipresente en la gastronomía dominicana; es el ingrediente con el que se preparan los populares tostones que suelen acompañar a las carnes. Se trata simplemente de finas rodajas de plátano verde, fritas y con un toque de sal (y en ocasiones, vinagre y ajo). Son crujientes y constituyen un aperitivo excelente. Otra forma de consumir el plátano verde es en forma de mangú, un puré elaborado con la fruta hervida que se degusta acompañando a embutidos o huevos.
El sancocho es también célebre y popular en las mesas dominicanas. Aunque a primera vista parece un cocido tradicional español, si nos detenemos a considerar los ingredientes con los que se prepara (plátano, ñame, yuca, yautía...) nos daremos cuenta de que no tiene nada que ver. Se suele elaborar para las grandes ocasiones y entre sus ingredientes, la carne de vacuno tiene un protagonismo de excepción. La carne de ave, muy particularmente el pollo, es muy apreciada en el país, siendo el pica pollo el plato más representativo. En realidad se trata simplemente de trozos de pollo rebozados, crujientes y en su punto, a los que el orégano dominicano les aporta un toque inconfundible. El pollo es también un ingrediente fundamental del asopao, aunque esta particular caldereta también se puede preparar con mariscos. Hablando de frutos de mar, en La Romana se pueden degustar excelentes pescados y mariscos directamente extraídos de las aguas caribeñas. Los platos más tradicionales son el locrio (un arroz marinero parecido a la paella) y el moro, un tipo de arroz con habichuelas que, aunque normalmente se elabora con carne, también se suele hacer con bacalao.
La repostería dominicana es dulce y deliciosa, y muchas veces las especialidades se elaboran con las magníficas frutas tropicales de la región. El postre emblemático en el país es el majarete, elaborado con maíz, leche de coco, azúcar y vainilla, aunque también merece la pena probar exquisiteces como los dulces de leche, de batata y de coco. En cuanto a la bebida, la más tradicional es sin duda el ron de caña, probablemente uno de los mejores del mundo. Los que saben del tema lo confirman...
Carnavales llenos de color y celebraciones religiosas
El Carnaval, para los dominicanos, no es una fiesta más, ni tampoco una mera excusa para salir a la calle, beber y bailar. Es la madre de todas las fiestas, un modo de rebelarse contra el antiguo colonialismo y la actual globalización que los dominicanos sienten muy dentro de sí. En los desfiles, disfraces y carrozas que durante los días de Carnaval iluminan las calles de La Romana se encuentran muchas influencias traídas siglos atrás, de mitos africanos, leyendas criollas, folklore y religión españoles... Todo ello contribuye a dar lugar a un Carnaval que es de los más renombrados y celebrados de todo el Caribe. Las fiestas comienzan a principios de febrero (en pleno verano caribeño) y se alargan días y días, con los participantes (lugareños y turistas) participando de la alegría común a ritmo de bachata y merengue.
Las fiestas patronales de La Romana se celebran en honor de Santa Rosa de Lima, y tienen lugar a finales del mes de agosto. Si bien son unas fiestas de origen y tradición religiosos (y que, como es lógico, abundan en eventos relacionados con la iglesia), durante los días de celebraciones también tienen lugar actividades deportivas, artísticas y culturales. El pueblo entero desfila por las calles tras el comienzo oficial de las fiestas, acompañando a la banda de música y a instituciones como el cuerpo de bomberos. Las ferias de artesanía y las coronaciones del Rey y la Reina de las Fiestas, así como los fuegos artificiales, son también eventos que no faltan en ninguna edición.
Entre el mes de abril y el de mayo se celebran las fiestas patronales de Bayahibe, la bella localidad vecina de La Romana, en este caso en honor a la Virgen Divina Pastora. Un gran torneo de pesca con más de treinta embarcaciones participantes, los fuegos artificiales, los conciertos al aire libre y los actos y ferias gastronómicos acompañan a la procesión marinera que tiene lugar el último día de las fiestas. Las embarcaciones de los pescadores locales acompañan a la imagen de la Virgen al centro de la bahía en esta hermosa tradición, similar a las procesiones marineras españolas que se celebran en honor de la Virgen del Carmen.
La Romana es sin duda un lugar muy especial. La fiesta no sólo tiene lugar en las fechas más señaladas, sino que la alegría y el calor del pueblo dominicano generan fiesta y jolgorio durante los trescientos sesenta y cinco días del año. Un lugar para disfrutar de las mejores playas, los lugares más chic, la cultura más arraigada y la naturaleza más espectacular. Así es La Romana: merece la pena.