Una de las joyas de las Canarias y del turismo español
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Un destino muy especial con el mejor clima del mundo
El Norte de la isla de Tenerife alberga en su territorio una de las joyas de las Canarias y del turismo español. Su nombre es Puerto de la Cruz, y tiene la peculiaridad de ser el municipio más pequeño de las islas, ya que en realidad es una escisión del original municipio de La Orotava. Precisamente en el Valle de este nombre se sitúa esta localidad, junto con La Orotava y Los Realejos. Esta zona desciende abruptamente hacia el Océano atlántico y está protegida por los farallones de Santa Úrsula y Tigaiga. El Teide majestuoso domina un panorama tan bello como único en el mundo, convirtiendo al Puerto de la Cruz en un lugar tan especial como diferente.
La belleza del enclave y sus múltiples atractivos hicieron que el Puerto de la Cruz fuera una de las localidades pioneras en lo que respecta al turismo de Canarias y España. Hace ya más de cien años que viajeros procedentes de las islas británicas comenzaron a visitar la zona y a convertirla en destino vacacional, hasta el día de hoy, en que la infraestructura hotelera, los puntos de baño y lugares tan interesantes como el Jardín Botánico, el Complejo Martiánez o el Loro Parque entre muchos otros hacen que miles de visitantes de todo el mundo pasen sus vacaciones en Puerto de la Cruz. Cabe mencionar también que los hoteles en Puerto de la Cruz son excelentes.
Las callejuelas de la localidad, plagadas de edificios plenos de encanto colonial o de construcciones características de las islas, constituyen un recorrido inmejorable para animadas mañanas de turismo, entretenidos mediodías de aperitivo o relajantes tardes de paseo. Llegar hasta el recoleto y bello muelle marítimo y pesquero, y contemplar allí la venta de pescado, las zambullidas de los más jóvenes en las aguas cristalinas del Atlántico o conversar con los pescadores de caña, es un complemento perfecto para un día de vacaciones.
Si a todo esto le unimos que la localidad disfruta de uno de los mejores climas del planeta, con temperaturas que van desde una media de 22 grados de máxima y de 15 grados de mínima, así como la excelente gastronomía canaria y la animación en cuanto a fiestas populares (donde los Carnavales son los reyes por excelencia, pero también hay otros festejos propios del Puerto de la Cruz, con toda su personalidad distintiva), descubriremos que se trata de un auténtico paraíso donde las horas se nos irán volando, bajo el sol y junto al mar. El Puerto de la Cruz nos espera para un recorrido inolvidable.
Complejos de playa y arte, historia y actividades
Aunque la presencia del mar es sin duda el atractivo más palpable de esta localidad, y probablemente lo que hace que año tras año los turistas se sucedan, en realidad las playas del Puerto de la Cruz no son demasiado relevantes. Por esta razón, en la costa se han desarrollado una serie de intervenciones destinadas a hacer más cómodos y atractivos el baño y los ratos al sol, desarrollando hermosos complejos y playas artificiales en los que es todo un placer disfrutar de estas actividades. El más remarcable y conocido es el Complejo Turístico Municipal Costa Martiánez, una auténtica maravilla en cuanto a infraestructura costera y que se ha convertido en un ejemplo a seguir en este sentido. Tiene una superficie de alrededor de cincuenta mil metros cuadrados, y su responsable creativo fue el célebre artista canario César Manrique, que estableció la zona de baño y relax añadiendo flora autóctona, junto con sus bellas y originales esculturas. En el complejo se ubica el Lago Martiánez, un "mar interior" artificial que con su verde deslumbrante sorprende a los viajeros, que pueden disfrutar de su litoral repleto de solariums y jardines. Se trata de una gran extensión de agua con islotes que alcanza 33.000 m2, totalmente ganados al océano, y 15.000 de estos m2 los ocupa la lámina de agua; la zona ha sido justamente declarada Bien de Interés Cultural.
Además, entre la ladera y el Complejo se sitúa la Playa de Martiánez, que con su arena volcánica y su dique artificial es el punto perfecto para darse un baño en pleno océano. Y cuando el viajero decida explorar un poco más la zona, encontrará otros arenales en los que descansar y contemplar el paisaje; por ejemplo, la playa San Telmo, junto a la ermita y el paseo del mismo nombre y frecuentada por habitantes de la localidad, que acuden a zambullirse en el mar.
La marea deja a veces bonitas pozas donde bañarse, algo que los portuenses vienen haciendo desde hace generaciones. También podemos acercarnos a Playa Jardín, otra playa artificial a la que acuden muchas personas procedentes del Valle de la Orotava. Los caminos establecidos por el entorno están salpicados de flora autóctona, caídas de agua, cuevas... Así como de restaurantes, bares y lugares donde practicar deporte. Esta playa también dispone de zona de arena volcánica, traída desde África, y su calidad en cuanto a limpieza y equipamiento le ha garantizado la merecida Bandera Azul de la CEE.
También junto al mar, aunque en este caso más bien para caminar y contemplar el ambiente y el paisaje, se encuentra en muelle o puerto pesquero y deportivo de la localidad. Es el mejor lugar para disfrutar del color local y la autenticidad de un municipio volcado hacia el mar, y donde poder contemplar los tesoros extraídos de éste, pescar con caña o ver cómo lo hacen los que saben, y acompañar a los más jóvenes en sus chapuzones. Ya dentro de la localidad, es un placer caminar despacio por sus calles contemplando las casas señoriales de la época colonial, y también los edificios históricos. En arquitectura religiosa, destaca la parroquia de Nuestra Señora de Francia, la más importante de la ciudad, junto con la Iglesia de San Francisco. También hay que destacar la ermita de San Telmo, del s. XVIII y de donde sale la imagen del patrón acompañando a la Virgen del Carmen en la procesión de las fiestas, y la Ermita de San Amaro, la más antigua del Puerto de la Cruz, de finales del siglo XVI.
Los jardines son también un tesoro del Puerto de la Cruz. El emblemático Jardín Botánico alberga más de cuatro mil especies de todo tipo, así como varias colecciones de suma importancia de flora tropical y subtropical. La belleza de los ejemplares de árboles es tan impresionante como el enorme tamaño de algunos de ellos, así como su edad o su exotismo. Otro bellísimo jardín a descubrir es el Jardín Acuático del Risco Bello, dentro del entorno del Tauro y cuya belleza llegó a sorprender al escultor César Manrique. De origen particular, pasados los años se abrió al público para posibilitar la contemplación del medio millar de plantas que acoge.
Y desde luego, cualquier visitante del Puerto de la Cruz no puede dejar de acudir al famoso Loro Parque, una de las instituciones más conocidas e interesantes del archipiélago. La combinación entre su atractivo turístico y su compromiso con la conservación de la naturaleza y la educación medioambiental es casi única en el mundo. Si bien los loros son los que le aportaron la fama, con sus divertidos espectáculos de sorprendentes habilidades, otras trescientas especies animales comparten el espacio con estas aves. Los pingüinos, el delfinario (el más grande de Europa) y un precioso acuario con túnel de cristal son sólo algunos de los atractivos que ofrece el recinto, que a través de la Fundación Loro Parque desarrolla programas de conservación para especies con alto riesgo de extinción.
Podemos terminar este breve recorrido por el Puerto de la Cruz dirigiendo nuestros pasos a otros puntos, como el famoso Peñón del Fraile, el auténtico icono de la ciudad. Las vistas del océano desde este lugar son realmente espectaculares, y para disfrutarlas se puede subir por la escalinata hacia la terraza que se construyó a mediados del s. XIX. Además, nos queda una visita a los Hornos de Cal, testigos de una actividad que ya no se realiza en este punto de la isla, al haber quedado obsoleta frente al auge del turismo. Estos hornos datan de principios del s. XX, y el conjunto alberga dos hornos grandes piramidales, uno central con cúpula y otro más pequeño, además de las construcciones anejas: el cuarto del carbón, las tanquillas, la casa del yeso y la calera.
Papas, mojo, potajes y magníficos pescados
La cocina del Puerto de la Cruz es la típica de las islas Canarias, un compendio de gastronomías llegadas de otros lugares del mundo y del saber culinario tradicional de la zona. Influencias africanas y americanas se mezclan con tradiciones de origen guanche y con la cocina española, para dar lugar a una de las gastronomías más interesantes que se conocen. Para empezar, qué mejor que degustar las famosas papas arrugadas, pequeñas patatas cocidas con la piel en agua salada y que se consumen siempre con el inseparable mojo. Esta salsa, que data de hace siglos, puede ser roja o verde, picante o dulce, pero siempre de sabor intenso y muy particular; hay también otras exquisitas salsas para alternar con los mojos, hechas a base de almendras, queso, naranja...
Los guisos realizados con las verduras que se cultivan en profusión por todas las Canarias son también muy populares. El más conocido y tradicional es el potaje de berros, pero también el puchero canario, realizado a partir de hortalizas directamente sacadas de la huerta, o el sancocho, donde participa la humilde, dulce y rica batata. Y si de tradiciones se trata, no podemos olvidarnos del conocido y particular gofio, una especie de pan o masa de harina que data de tiempos de los guanches y que actualmente se prepara con distintos cereales tostados y molidos. En muchas ocasiones, el gofio sustituye al pan y lo podemos encontrar en todas partes: en el café con leche, el potaje, dentro de recetas especiales como el escaldón de gofio...
Los pescados, por supuesto, no pueden faltar en las mesas del Puerto de la Cruz, un lugar tan íntimamente ligado al mar. Las calderetas de pescado son habituales, aunque lo normal es encontrar las delicias de los puertos preparadas de la forma más sencilla: a la parrilla, a la brasa, sancochados (cocidos), con mojo... El atún es una presencia habitual en las mesas, así como las sardinas, los chicharros, las caballas, la peculiar morena frita o algunas especies típicas, como las viejas o las salemas. Para terminar, destacar la presencia de deliciosos quesos de cabra o de cabra y oveja, que se suelen consumir frescos y tiernos, aunque a veces también los encontramos curados y ahumados.
Carnavales y mucho más: tradiciones en el Puerto de la Cruz
El calendario festivo no puede empezar mejor en el Puerto de la Cruz. Al igual que en el resto de la isla de Tenerife, el mes de febrero es el mes de los Carnavales, famosos en todo el mundo. Los célebres cosos (desfiles) dan cabida a la presencia de las irónicas murgas, las alegres y danzantes comparsas, que tienen la elección de la Reina del Carnaval como pistoletazo de salida, y el fúnebre remate de la muerte de Don Carnal durante el Entierro de la Sardina.
Pasando ya al mes de mayo, el día 3 se celebran las fiestas fundacionales del Puerto, llamadas Fiestas de la Cruz. La misa solemne, la procesión con la Cruz de Plata y los fuegos artificiales durante todo el recorrido son admirados por visitantes llegados de todas partes. Por la tarde se visitan las capillas de la Santa Cruz, más de treinta por todo el municipio, para contemplar las típicas Cruces de Mayo, decoradas con profusión de flores.
Las fiestas de la Virgen del Carmen son habituales en localidades de pescadores. Tienen lugar el día 16 de julio, y es tradición que la imagen de la Virgen del Carmen salga en procesión desde la Iglesia de la Peña de Francia junto con la de San Telmo. Los pescadores pasean a las imágenes, las vitorean y les cantan, para rematar con fuegos de artificio sobre el muelle. Precisamente en el mismo muelle se celebran las Fiestas del Sol o de San Juan, el 23 de junio; propios y extraños se acercan a las playas cercanas para ver salir el sol y contemplar el Baño de las Cabras, una tradición que se remonta a tiempos guanches. Los cabreros llegan con queso y leche para degustar, los asistentes se bañan en el mar y se danza y baila por la noche, a la espera del día más largo del año.
En noviembre se celebra una fiesta muy particular y personal del Puerto de la Cruz. Son las Fiestas de San Andrés, el día 29, que reciben también el nombre de Fiesta del Cacharro y La Castaña. Los festejantes se reúnen por la noche en la Plaza del Charco para "tirar a verga" gran cantidad de cacharros y objetos estropeados o viejos, que se arrojan contra el suelo para provocar el máximo ruido posible. Durante la misma jornada tiene lugar en la plaza, la "Castañada", una gran degustación de los productos que la isla ofrece: castañas, gofio amasado, batatas, cherne y vino autóctono, entre otras delicias.