Nada como endulzar el día con un riquísimo helado artesanal. ¡Se nos hace la boca agua solo de pensarlo! En cualquier época del año, podrás encontrar por toda Italia numerosas tiendas de helados, donde te llevará un tiempo decidir el sabor que quieres probar debido a la grandísima variedad que hay.

Para entender la importancia del helado artesanal en el país, aquí tienes un poco de historia. Ya en la Biblia se narra un episodio en el que Abraham ofrece a Isaac una mezcla de leche de cabra con nieve. Fueron los romanos quienes, según estudios arqueológicos, adquirieron las técnicas de conservación y elaboración de los alimentos, incluyendo una mezcla refrescante a base de hielo y zumo de limón. Sin embargo, es en el siglo XVI, en la Florencia de los Médici, cuando y donde surge el helado que conocemos a día de hoy, elaborado con leche, nata y huevos.

Paseando por cualquier lugar de Italia te toparás con una heladería artesanal, ya que hay casi 30.000, y podrás pedir tu opción favorita, ya sea en tarrina o en barquillo, y refrescarte con ricos y variados sabores: desde la gianduia típica del Piamonte hasta el pistacho de Bronte, pasando por el chocolate, la vainilla, la fresa y muuuuchos más. ¡A disfrutar de un rico gelatto artesanal!

Si eres un auténtico fanático de las compras, los outlet village italianos te están esperando. En ellos puedes comprar todo tipo de productos de firma “Made in Italy” por precios muy económicos, ya que ofrecen descuentos que van del 30 al 50%, incluso al 70% en época de rebajas.

Estos espacios parecen pequeñas ciudades dirigidas a la venta de todo tipo de artículos, desde ropa y accesorios hasta decoración, tecnología… Además, en ellos no solo podrás realizar tus compras, sino que también podrás disfrutar con los numerosos espectáculos y actividades que se organizan para todos los públicos, como conciertos de música, desfiles de moda, exposiciones florales, muestras de arte…

Casi todos ellos incluyen una zona completamente dedicada a los niños, con laboratorios didácticos, para que los padres puedan hacer shopping con total tranquilidad mientras sus hijos están seguros y muy entretenidos.

Se encuentran repartidos por toda Italia, por lo que podrás hacer un alto en tu recorrido turístico para desconectar y hacerte con los productos italianos más deseados al mejor precio.

Milán es famosa en el mundo entero por ser uno de los epicentros europeos y mundiales de la moda y el diseño. En ella, cada año se celebran múltiples eventos relacionados con estos sectores, para presentar todas las novedades a algunas de las personalidades más destacadas.

Su cita más reconocida internacionalmente es la “Semana de la Moda” o “Fashion Week”, organizada por la Cámara Nacional de la Moda Italiana, que supone el encuentro más importante entre las marcas, los diseñadores, los operadores del sector, celebrities e influencers. Durante esta semana, se suceden unos desfiles tras otros -casi 170 en total-, aportando a la ciudad una elegancia sin igual y la combinación perfecta entre creatividad, originalidad y organización.

Destacan otros eventos de moda como “MI, Milán Prêt-â-Porter”, que se celebra en la Fiera Milano City en febrero, para dar a conocer las marcas más reconocidas del “Made In Italy” y de diseñadores emergentes del país.

En cuanto al mundo del diseño, en febrero tiene lugar el “Salón Internacional del Mueble”, que tiene una gran relevancia en la historia de la decoración interior a nivel global. En este acontecimiento, celebrado en Rho, es posible encontrar propuestas, ideas y conceptos de lo más innovadores para la puesta a punto de nuestro hogar.

La orfebrería de Italia es una de las grandes maravillas de la marca “Made in Italy” y nadie puede volver a casa sin llevarse un artículo de este tipo. Las piezas de hoy en día combinan a la perfección tradición y modernidad, belleza y artesanía; basándose en las técnicas y en los saberes más antiguos que han hecho de Italia uno de los principales países productores de joyas y orfebrería del mundo.

El mercado del lujo cada vez está cobrando más relevancia en Italia y lo hace con los llamados “distretti” del oro, que se refiere a las zonas más importantes de producción. Una de ellas es Valenza, en la región de Piamonte, que ha adquirido gran fama a nivel internacional por sus joyas de alta gama y por tener la mayor densidad de orfebres del país.

Otro distrito orfebre-platero de interés es Vicenza, que además de alta joyería produce otros artículos como vajillas de plata, servicios de mesa, elementos decorativos, grabados, cuadros, esculturas…

Por su parte, Arezzo destaca también por sus centros de formación e investigación, así como por abastecer desde hace muchos años a los joyeros de Florencia. Además, la ciudad toscana acoge cada año la feria “Oro Arezzo”, atrayendo a especialistas de todas partes del mundo.

Varias regiones del planeta han incorporado la tradición milanesa de incorporar el panettone en sus menús navideños. El panettone es una especie de bizcocho muy ancho y esponjoso, con algunas frutas confitadas en su interior, y preparado con algo de miel. En Italia, es un elemento básico de las celebraciones navideñas, que tienta a propios y ajenos con su aspecto, olor y sabor. Este suculento manjar tuvo sus orígenes en Milán y ahora, se vende en la mayor parte de las tiendas delicatessen del mundo. Si viajas a Milán en Navidad, asúmelo, no te vas a poder resistir.

Otro producto del norte de Italia y sin el que ya no sabemos vivir es el vinagre balsámico. El más popular y reputado del mundo, el de Módena, se produce a unos 160 kilómetros de Milán. Pese a la distancia, se puede degustar y saborear en gran cantidad de platos típicos de la región. Al igual que ocurre con el vino, el precio del vina gre balsámico varía en función de su origen, edad, elaboración y calidad. Lo particular de este fascinante vinagre es que está hecho a partir de la reducción del jugo de uva del tipo Trebbiano blanca, producido en Módena y Reggio Emilia desde la Edad Media. El Aceto Balsamico Tradizionales es el producto auténtico, cuya edad debe ser superior a los 12 años, con una textura consistente y un sabor rico. La versión comercial más asequible es el llamado Aceto Balsamico Tradizionale di Modena.

Si viajas a Milán en invierno, tal vez te apetezca meter algo caliente al cuerpo. Para ello, el plato milanés típico en invierno está hecho a base de carne de cerdo y col y se llama cassoeula.

La catedral de Milán está dedicada a Santa María de la Natividad (Santa Maria Nascente) y es la sede del Arzobispado de Milán. El monumento es de estilo gótico y requirió de seis siglos hasta completarse.

Es la iglesia más grande de Italia (ya que San Pedro está en el Estado de Vaticano) y es la tercera más grande del mundo. La nave central tiene una altitud de 45 metros y su azotea está abierta al público, la cual permite unas vistas privilegiadas de la ciudad de Milán. Los elementos arquitectónicos y decorativos de la catedral son tan sofisticados y ricos, que una visita sin guía nos dejará sin entender el verdadero valor del monumento más importante de este destino. Merece la pena incorporarse a una visita guiada, con la que aprendamos de sus orígenes, los elementos ornamentales, así como del papel que ha ido jugando a través de los siglos en Milán.

Milán habla de estilo, de tendencia, de vanguardia, de elegancia, de modernidad. Mira al futuro con ganas de ir siempre unos pasos por delante. La tradición solo la utiliza si le puede dar un giro de tuerca encaminado a la innovación. Si estás buscando el plan perfecto para sentirte durante unas horas como un auténtico milanés, no deberías perderte una visita a esta galería comercial. Es mucho más que un simple centro comercial, ya que su estructura futurista de hierro y cristal te hará sentir como una celebrity transportada a otro tiempo. Esta galería es, para los que viajan con un presupuesto más ajustado, una excusa para curiosear los escaparates y, en días de mucho calor o de lluvia, caminar entre la Piazza del Duomo a la Piazza di Marino o al Teatro alla Scala a resguardo. Aunque no vayas a comprar nada, merece la pena una visita.

En pleno corazón de la Lombardía italiana, está la espectacular ciudad de Milán, una mezcla explosiva de arte, cultura y tendencia sin igual en el país. Entre sus monumentos más reconocidos esta la Iglesia y convento dominico de Santa Maria della Grazie, declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1980. Su fachada, elementos arquitectónicos y ornamentales, y la magnificencia de la estructura en general suponen un rico testimonio del Renacimiento milanés. El edificio comenzó a construirse en el año 1463 y se dio por terminado en el 1490. Se ha sometido a 4 restauraciones a lo largo del siglo XX, como consecuencia de los efectos destructivos de los bombardeos. La última restauración concluyo en 1999.

La ubicación de este reputadísimo monumento está en pleno centro de Milán, en la Piazza Santa Maria delle Grazie. Cuando se planifico la construcción de la iglesia, Ludovico il Moro quiso que este fuese el lugar de enterramiento para los miembros de la familia Sforza. En 1497, su esposa Beatrice d’Este fue, precisamente, enterrada aquí. Según cuenta la tradición, se construyó un túnel que comunica directamente la iglesia con el castillo, llamado “Sforzesco al convento”. El edificio se comenzo a edificar en paralelo con el convento adyacente, que forma parte del complejo.

A pesar del indudable valor arquitectónico de la iglesia y convento, su fama internacional ha venido indudablemente unida a la joya artística: “La Ultima Cena”, de Leonardo da Vinci. Esta obra se encuentra sobre la pared donde se elaboró originalmente, el refectorio del convento y fue encargo de Ludovico Sforza. Contrario a la creencia popular, no es un fresco tradicional, sino un mural al óleo y tempe. Tiene unas dimensiones de 4,6 metros de alto por 8,8 metros de ancho. Profesionales y aficionados consideran “La Ultima Cena”, como una de las obras pictóricas más perfectas de la historia.

Es importante tener en cuenta que, para entrar al convento y contemplar la obra de Da Vinci es indispensable reservar con mucha anticipación, ya que los cupos de visitas son limitados. La visita dura 10 minutos aproximadamente y no se permite tomar fotos ni videos. No te quedes sin ver esta obra maestra en persona, y reserva tu visita cuanto antes.