El secreto mejor guardado de las Antillas
La Península de
Samaná es lo que podríamos llamar la “joya
oculta” dominicana, y el secreto más celosamente custodiado por los
viajeros que la conocen. Sus tierras casi vírgenes permanecen por ahora
alejadas del turismo masificado, aunque el establecimiento de algunas
grandes empresas hoteleras indica un pronto auge de la actividad para
dentro de pocos años. Por ese motivo ahora es el mejor momento para
visitar
Samaná, mientras aún conserva su encanto indomable y sus
maravillosos paisajes tropicales.
Samaná se encuentra al nordeste de la República Dominicana, y
cuenta con una extensión de 850 km2, poblados por casi 92.000
habitantes. Muchos de ellos son descendientes de esclavos procedentes de
Estados Unidos o el resto de las Antillas, por lo que los apellidos
anglosajones son habituales. Cordiales, hospitalarios y alegres, son
otro de los atractivos de esta fantástica y desconocida península. Pero
la protagonista de excepción de
Samaná es, sin duda, la
Naturaleza; esta región es el paraíso para cualquiera a quien le gusten
los escenarios naturales, y en ella se pueden realizar todo tipo de
actividades.
La capital de la región se llama
Santa Bárbara de Samaná, pero se
la conoce simplemente como
Samaná. Las poblaciones de la zona se
caracterizan por la profusión de viviendas de madera pintadas de
alegres y atractivos colores, que otorgan su peculiar e inconfundible
aspecto a los pueblos y ciudades. Otra
interesante actividad son las compras; quienes visiten la región no
deben esperar encontrar grandes centros comerciales ni zonas con
boutiques de lujo, pero sí calles plagadas de pequeños comercios donde
adquirir la bella artesanía de la zona (madera tallada, collares de
coco… e incluso puros que no tienen nada que envidiar a los habanos) o
tomar un ron dominicano al atardecer, contemplando una hermosa puesta de
sol sobre el mar.
Ballenas jorobadas junto a una península verde
Las Terrenas, localidad situada más al norte, y el espacio natural con
más palmeras por metro cuadrado del país; Cayo Levantado, un islote que
se alcanza tras treinta minutos de navegación desde la capital,
Samaná,
y el lugar perfecto para intentar descubrir a las maravillosas ballenas
jorobadas; Las Caleras, pequeño pueblo pesquero alejado del bullicio; o
Playa Frontón, que tiene la peculiaridad de ser un lugar habitual para
la práctica de la escalada. Y para los turistas que busquen
exclusividad, el Portillo Beach Club, con su pista de aterrizaje para
avionetas y profusión de actividades deportivas, es el destino ideal.