Craighaar Hotel

“Nos arreglaron un día muy malo.”

Son las 6 de la tarde en marzo (de noche ya en Escocia y muchos establecimientos cerrados o inaccesibles a bebés). Llevas 3 horas discutiendo en el coche con tu mujer y el bebé llorando. Llegas al hotel y te das cuenta de que no tienes ni cereales ni ningún tipo de comida especial del bebé dispon... Más

Son las 6 de la tarde en marzo (de noche ya en Escocia y muchos establecimientos cerrados o inaccesibles a bebés). Llevas 3 horas discutiendo en el coche con tu mujer y el bebé llorando. Llegas al hotel y te das cuenta de que no tienes ni cereales ni ningún tipo de comida especial del bebé disponible cerca para comprar ni dentro del hotel ni de las inmediaciones. Estás cansado. Te rindes a las circunstancias y planeas vagamente darle de cenar algun resto de comida que encuentres y te sobre en la carta del hotel al bebé para que al día siguiente puedas ir con calma a reanudar tu viaje y parar en un centro comercial a por avituallamiento. Pero aparece Arleen. Arleen, esa señora que no va uniformada. Esa señora que, como si una amiga de toda la vida fuera, te fríe a preguntas sobre tu bebé. Sobre tu jornada. Acerca de por qué pareces triste. Si se ha dado cuenta de que hablas español con tu mujer, de qué parte de España vienes. Acabas hablando con ella por omisión. Empiezas a hablar con ella por cortesía. Acabas hablando con ella por aprecio. Le expliqué el problema tan grande que teníamos en Escocia con nuestro bebé (no dan el mismo tipo de alimento a los peques que aquí en nuestro país), y ágilmente nos indicó dónde debíamos ir y cuánto tiempo teníamos hasta que cerrara, el supermercado especializado en familia más cercano en la propia Aberdeen. Nos salvó el día tan malo que habíamos tenido. Volvimos al hotel y nos acomodaron en el restaurante porque tenían un evento en la sala principal; parecía la celebración de una boda. Nos ofrecieron 2 buenas cervezas y nos atosigaron un poco para ver si queríamos pedir algo de carta. Rehusamos: estábamos cansados y el niño tenía hambre, nosotros teníamos ganas de todo menos de cenar, además a las 6 de la tarde. Después de tomar las cervezas, quisimos acomodarnos de una vez en la habitación y nos dieron, como dicen los demás comentarios de TripAdvisor, una habitación lúgubre y oscura, al final de un pasillo muy pero que muy largo. Pero resulta que a nosotros nos encantó. Critican los demás que los devolvieron a los años 80, pero a nosotros, más que una crítica, fue un alivio nostálgico. Es maravilloso poder tener en una misma habitación elementos de hace 30 años y elementos modernos. La televisión era una LCD de pantalla plana de hace también bastantes años, pero es que ni la encendimos. Veo, bajo mi punto de vista, exacerbadas las opiniones negativas que tiene este sitio. Se deberían de fijar menos en lo material y más en lo humano. Cuando bajamos a cenar (con un bebé de 18 meses), todo fueron facilidades. Esta vez sí que lo hicimos bien y nos sentamos en la mesa más alejada de todo el comedor, porque nuestro hijo hacía mucho ruido y nos hacía sentirnos incómodos con respecto al resto de comensales. Pedimos lo más caro de la carta esperando encontrar un poco más de calidad que lo que habíamos encontrado en Escocia hasta entonces (la verdad que muy malo), y nos sorprendieron muy gratamente. Lamento no recordar el entrante, seguro que estaba muy bueno, pero la carne... La carne que yo pedí estaba tal cual como si fuera ternera asturiana: muy tierna, sabrosa, y cocinada justo en el punto que pedí: poco hecha. (En ese país tienen tendencia a destrozar la carne. Me explico: la pides poco hecha y te la traen zapatillosa). Mi mujer pidió una ensalada con salmón y, sorpresa, el salmón era fresco. La cena mejor pagada de nuestras vacaciones. Encima cuando estábamos terminando llegó Arleen y me dio una conversación (en realidad NOS quería dar conversación, pero mi mujer de inglés sabe: "hello", "one moment please my husband is coming" y "bye"), muy interesante sobre negocios, política, Aberdeenshire, España (ella posee una casa en Murcia) y Escocia. Luego se sumó a la sobremesa otra chica, que estaba en recepción y nos recibió al abrir la puerta del hotel que lamentablemente no recuerdo su nombre, y mejoró la conversación diciendo que le encantaban Mallorca y sus fiestas y que no se viene a vivir aquí porque le da pereza aprender español. Fue realmente ameno y auténtico todo. Al día siguiente nada empeoró, al contrario. El descanso había sido realmente bueno. Las camas, pese a anticuadas (según las opiniones generales de los demás críticos), eran muy confortables y descansamos la mar de a gusto. El desyuno fue también increíble. Michael nos atendió tanto por la noche como por la mañana, y es de esos camareros con los que no llegas a hablar pero creas empatía. Muy profesional. No recibí ese calor escocés que sentí tanto con Arleen y la chica de anoche, como con el chico de recepción del día siguiente, John, que se permitió el lujo de dedicarle 15 minutos a nuestro bebé para gastarle bromas y hacerle trucos de magia desapareciendo por una parte del hotel y reapareciendo cerca de nuestra habitación. A Leo le encantó. Si repetimos volviendo a Aberdeen seguro que repetiremos en el hotel Craighaar. Muchas gracias por esa maravillosa estancia. Es verdad que no estuvo a la altura de otros hoteles en los que nos alojamos en Escocia pero la verdad es que fue, gracias a su personal encantador, uno de los mejores.

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