Introducción
Pocas ciudades del mundo logran salir airosas a la hora de conciliar las exigencias de la modernidad y el progreso con un poso cultural y arquitectónico que ha permanecido intacto durante siglos. Precisamente, éste es el caso de la capital japonesa: Tokio, situada en la costa este de la isla nipona de Honshu y habitada por la friolera de 13 millones de personas.
Más de un centenar de parques y una oferta cultural inagotable
Torre de Tokio : Inaugurada en 1958 e inspirada en la torre Eiffel de París, esta imponente construcción de 333 m alberga el mirador más alto de la ciudad (a 250 m de altura), desde el que se puede disfrutar de una magnífica perspectiva de Tokio. Su planta baja también da cabida a un espectacular acuario.
Gastronomía tokiota: el Edomae como buque insignia
En ámbito gastronómico, si por algo descuella la capital nipona es por haber inspirado una tradición culinaria diferenciada: el llamado estilo Edo o Edoamae. Éste tipo de cocina, surgido en la década de 1820 en el marco de los primeros establecimientos de comida rápida que comenzaban a proliferar por todo el país. En la actualidad, apuesta por sabores mucho más dulces o salados en mayor medida que el resto del archipiélago japonés.
La magia de los festivales sintoístas
Una de los aspectos que más llaman la atención del recién llegado es el importante rol que adquieren los festivales (o matsuri) en la vida cotidiana de la población nipona. Su origen es fundamentalmente sintoísta y abarcan celebraciones que van desde los desfiles callejeros hasta los picnics que tienen como escenario los parques públicos.