Introducción
Pocas ciudades del mundo logran salir airosas a la hora de conciliar las exigencias de la modernidad y el progreso con un poso cultural y arquitectónico que ha permanecido intacto durante siglos. Precisamente, éste es el caso de la capital japonesa: Tokio, situada en la costa este de la isla nipona de Honshu y habitada por la friolera de 13 millones de personas.
Más de un centenar de parques y una oferta cultural inagotable
Ameyoko : Ubicado al norte de la ciudad, es uno de los bazares mas grandes del continente asiatico. Aunque tras la Segunda Guerra Mundial la zona se convirtio en el punto neuralgico del mercado negro en la capital, sus multiples tiendas brindan hoy la posibilidad de adquirir productos de marcas internacionales por muy poco dinero.
Gastronomía tokiota: el Edomae como buque insignia
Concretamente, el Edoamae deja su imprenta en muchos de los platos típicos de la gastronomía nipona, tales como la tempura (verduras rebozadas con maicena), el soba (fideos elaborados con harina de alforfón y servidos con salsa o caldo) y el unagi (anguilas). En el caso del Edoamae zushi —sushi al estilo tokiota— éste toma como productos básicos los diferentes tipos de pescado y marisco que pueden encontrarse en los puertos pesqueros próximos a Tokio, como el atún, el bonito, el mero o las angulas.
La magia de los festivales sintoístas
Una de los aspectos que más llaman la atención del recién llegado es el importante rol que adquieren los festivales (o matsuri) en la vida cotidiana de la población nipona. Su origen es fundamentalmente sintoísta y abarcan celebraciones que van desde los desfiles callejeros hasta los picnics que tienen como escenario los parques públicos.