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El cliente puede pensar que se ha equivocado al entrar al Hotel Ambos Mundos pues, en lugar de una recepción, este edificio de color salmón ubicado en la esquina de las calles Mercaderes y Obispo le da la bienvenida a un piano bar. Probablemente esto fue lo que atrajo a Ernest Hemingway (el huésped más ilustre y el que con más asiduidad visitaba la barra del Ambos Mundos), a juzgar por la cuenta de bar que se ha preservado para la posteridad en su habitación (museo). En este hotel clásico con un amplio lobby (y una verdadera recepción a pocos pasos del bar), los pasillos sombríos conducen a 52 habitaciones. Cada rincón del edificio emana historia; incluyendo el chirriante ascensor que, operado por el botones, transporta a los visitantes hasta una encantadora terraza con vistas incomparables y música en vivo en los horarios de los cócteles o las comidas. Michael Palin de Monty Python y su equipo de filmación se hospedaron en el Ambos Mundos, mientras realizaban el documental y el libro sobre la vida de Ernest Hemingway. Como si esto fuera poco, se quedaron en el quinto piso, donde el reconocido autor escribió varios cuentos cortos (en la habitación 511) hace unos 80 años.

Detrás de cada fachada de La Habana Vieja hay sorpresas y maravillas ocultas. La fachada barroca de este hotel boutique no es la excepción. En el interior de este palacio se combinan a la perfección los muebles de estilo con las instalaciones modernas, siempre manteniendo la integridad de la arquitectura original. Con La Habana Vieja como telón de fondo, la ubicación perfecta del San Felipe favorece inestimablemente a la terraza de la azotea del sexto piso. También notó esto la aristocracia cubana del siglo XVIII, periodo en que fue construido el edificio. Las vistas emblemáticas desde el San Felipe incluyen el Convento de San Francisco de Asís y la plaza llena de palomas del mismo nombre con su distintiva fuente. El hotel fue inaugurado en 2010, cuando engrosó las reservas de propiedades de lujo en La Habana. Aunque la fachada sea barroca (y el nombre, rococó), de una punta a otra el Palacio del Marqués de San Felipe y Santiago de Bejucal es un hotel ultramoderno y de alto estándar.

Al abrir la pesada puerta de madera detrás de la cual se encuentra el Hostal Valencia, el huésped disfruta la sensación de volver a casa (es importante tener en cuenta que la puerta se cierra a medianoche). Este compacto hotel siempre irradia calidez, mientras se bebe un café en el patio o se almuerza una de las mejores paellas de La Habana en el restaurante contiguo. Aquí todo tiene un aura de historia viva, desde los muebles coloniales hasta las losas cerámicas glaseadas que llevan la firma de relevantes personalidades cubanas como Javier Sotomayor, Silvio Rodríguez y Chucho Valdés. Una escalera rústica conduce a la planta superior, en la que se encuentran las 14 habitaciones. Algunas de ellas poseen balcones con vistas al patio. El interior, de buen gusto y pintado de verde y con techo de vigas de madera, desborda de gracia. Como se puede suponer, los clientes que descubren el Hostal Valencia suelen volver en cada viaje. Es así de encantador.

La palacial mansión del Conde de Santovenia, ha gozado del privilegio de estar ubicada en el corazón del Centro Histórico de la ciudad de San Cristóbal de La Habana, frente a la Plaza de Armas, condición que ha realzado el valor del inmueble y de las actividades que en sus salones se realizaron a través del tiempo, tanto de carácter social como comercial. Completan el entorno arquitectónico e histórico de la Plaza de Armas, el Castillo de la Real Fuerza y el Templete. Al lado del Palacio del Segundo Cabo se encuentra el Castillo de la Real Fuerza, la fortaleza más antigua de La Habana y la primera de las construidas en Cuba por los españoles en la primera mitad del siglo XVI. En 1867 el palacio fue convertido en Hotel por un comerciante norteamericano que lo compro para tales fines. Y gano fama por la calidad de los servicios que ofrecía a los clientes como primer hotel de lujo en la habana.

El Hotel está constituido por tres inmuebles (diferenciados por distintos colores), señalados dos de ellos con los números 356 y 358 de la calle San Pedro y el tercero con los números 2 y 4 de la calle Luz, constituyendo este último el cuerpo principal del hotel. El primero es de construcción ecléctica y el segundo de arquitectura neoclásica con frontón romano y columnas corintias, ambos de finales del siglo XIX. En la colosal puerta de entrada están grabadas las iniciales J.C. que concuerdan con el constructor y propietario del inmueble, José Cabrero Mier. Su nombre se debe a que en este edificio tenían sus oficinas importantes armadores de esta región de España, entre los que podemos mencionar al Conde de la Mortera, el cual fue propietario de una flota de barcos que se dedicaban al comercio y el traslado de tropas desde el puerto de Santander y Cuba.

Con una arquitectura que recuerda las casas hispano-mudéjares más antiguas de la ciudad, el hotel ocupa una residencia que, datada del XVIII, perteneció un siglo después a la familia de don Pedro Regalado Pedroso y Zayas, Comendador de la Orden de Isabel la Católica.