Un viaje al pasado medieval del Báltico
Ciudad histórica
Tallín, la capital de Estonia, es una ciudad que, como el resto del país, ha experimentado un fulgurante aumento del turismo después de su reconstrucción y rehabilitación integral. De hecho, Estonia es la República Báltica más turística, y su capital no lo es menos. Esta preciosa ciudad une en su corazón un espíritu medieval con todos los adelantos de la vida del siglo XXI. Los viajeros que acudan a ella en busca de tiempos antiguos, cuando las murallas, los castillos y las torres eran algo habitual, no quedarán defraudados. Tallín ha recibido el sobrenombre de "la Pequeña Praga" por su recoleto y encantador Casco Antiguo. De pequeño tamaño (es un placer recorrerlo a pie) y rodeado de murallas y torres que nos recuerdan a las imágenes de los cuentos de hadas infantiles, está salpicado de edificios históricos, callejuelas intrincadas y animados cafés y cervecerías que harán mucho más agradable nuestro periplo.
La ubicación de Tallín, en la costa del Mar Báltico y a tan sólo 80 km de Helsinki, hace que esta ciudad esté rodeada de una naturaleza espectacular. Altos acantilados, playas invernales, verdes praderas, islotes y parques naturales... Los amantes de los espacios al aire libre tendrán la oportunidad de hacer mil y una excursiones, bien a pie, bien en coche o incluso en ferry. Hay también muchas pequeñas poblaciones pintorescas que ofrecerán a los visitantes la cara más auténtica del país, y les permitirán sentir el placer de encontrar magníficos rincones que no aparecen en las guías.
Tallín tiene también un pasado duro e intenso. La ocupación alemana y soviética del país dejó muchos recuerdos que se conservan en instalaciones (antes cerradas pero que ahora es posible visitar) e interesantísimos museos históricos, donde es posible sentir el pulso del pasado. Pero no todo es oscuro en Tallín, ni mucho menos: cerca y dentro de la ciudad podremos disfrutar de hermosos espacios para el relax y el ocio, como Pirita y sus playas y bosques; Nõmme, el "pueblo dentro del pueblo"; el área residencial de Kadriorg; Rocca al Mare y su museo al aire libre; Kalamaja y su puerto... Un sinfín de oportunidades para disfrutar de una ciudad diferente. Y hablando de disfrutar, ¿qué tal si buscamos un buen restaurante para degustar la variada y sabrosa gastronomía estonia? Durante el invierno es habitual el consumo de sopas, potajes, guisos contundentes y una amplia variedad de embutidos, ahumados y salchichas; pero en los días más cálidos del verano, salen a la mesa las verduras frescas, el pescado y las hortalizas, dando lugar a una cocina saludable y deliciosa. ¡Incluso hay partes del país en las que se puede consumir carne de reno y de oso!
Tallín es, además, una ciudad amante de la cultura y la fiesta. Buena prueba de ello son los muchos festivales que tienen lugar a lo largo del año, y que además conviven armónicamente con las festividades tradicionales. Música de jazz y ambiente medieval; Oktoberfest (fiesta de la cerveza) y festivales de rock; solsticio de verano e independencia... Muchos son los motivos para divertirse y disfrutar durante todo el año en Tallín.
Un Casco Antiguo de cuento de hadas
A pesar de su pequeño tamaño, el Casco Antiguo de Tallín tiene tantos lugares atractivos para visitar que estas líneas se nos quedarán sin duda cortas. Lo mejor, sin embargo, es que todo está cerca en esta ciudad: es posible visitar los lugares más interesantes paseando por las preciosas callejuelas medievales que cruzan la parte más antigua de la urbe. El Casco Antiguo es Patrimonio de la Humanidad, y a pesar de haber sufrido muchos ataques durante ocupaciones y guerras (la situación estratégica de Tallín en la costa báltica, en el Golfo de Finlandia, hizo que la ciudad fuera codiciada por muchos gobiernos), está completamente restaurado y muestra una magnífica mezcla de estilos: románico, gótico, barroco... Erigido entre los siglos XIII y XVI, la ciudad (que entonces se llamaba Reval) estaba rodeada de murallas con torres de vigilancia, que a día de hoy se conservan prácticamente intactas y que aportan a este precioso Casco Antiguo su particular aspecto fantástico, propio de un cuento de hadas.
Nuestra primera visita puede ser el Castillo Toompea, edificado entre los siglos XIII y XV sobre una antigua fortaleza. Por su parte anterior ofrece el aspecto de un palacete barroco, ya que fue remodelado en tiempos de Catalina la Grande; pero su parte posterior es auténticamente medieval. La torre Pikk Hermann, de 46 metros de altura, es todo un símbolo nacional. Además, si queremos empezar nuestro recorrido con una buena vista de la ciudad, en la colina de Toompea encontraremos dos miradores que nos ofrecerán las mejores panorámicas: la Plataforma de Kohtuotsa y la de Patkuli. Saliendo ya del castillo, en la misma colina de Toompea encontraremos la espectacular Catedral Alexander Nevsky, edificada con las características cúpulas en forma de bulbo que suelen rematar las iglesias ortodoxas del norte de Europa. De hecho, se trata de la catedral ortodoxa más grande de la antigua Rusia. Fue construida en el año 1900 bajo el gobierno de los zares, y en su interior se pueden admirar hermosos mosaicos.
Caminando por este bello entramado medieval, encontraremos la que es sin duda la calle más especial del Casco Antiguo de Tallin: el pasaje de Santa Catalina. Se encuentra en la parte trasera de lo que en tiempos fue la iglesia dedicada a la santa y lo que realmente aporta su atractivo a este lugar es que en él se ubican los talleres de los artesanos medievales de la ciudad. En la actualidad estos talleres están abiertos al público, que puede admirar la elaboración artesanal de vidrio soplado, cerámica, joyas...
Otro lugar de interés es sin duda el Ayuntamiento de Tallín. Ubicado en la plaza principal del Casco Antiguo (la Plaza del Ayuntamiento), en la actualidad es el único ayuntamiento gótico que sobrevive intacto en toda Europa. Durante el verano es posible subir a su torre de 64 metros de altura para obtener unas vistas incomparables. En la esquina del edificio podremos también visitar la Farmacia más antigua de Europa.
En el Casco Antiguo de la ciudad aún quedan muchos enclaves de interés que visitar: el Monasterio Dominico con su claustro y su Museo, Suur Rannavärav y Paks Margareeta (la Muralla de la Costa y la Torre de Margarita la Gorda), la Torre Hellemann, la Casa de la Hermandad de las Cabezas Negras (un edificio renacentista que se puede visitar, y que se reconoce por su espectacular puerta verde y roja tachonada de adornos dorados), la torre Kiek in de Kök, que significa "fisgar en la cocina" (una torre defensiva de 38 metros de altura, y su nombre viene de que los soldados decían que gracias a su altura, podían fisgar en las cocinas de las casas a través de las chimeneas); la Torre de la Virgen, la espectacular Iglesia del Espíritu Santo, el Patio de los Maestros (enclave dedicado a los expertos artesanos), las iglesias de San Nicolás y San Olaf (ésta con su altísima torre con aguja de 159 metros, y que en el siglo XIII era la estructura más alta del mundo conocido), y la Puerta Viru, que flanquea la calle Viru con sus dos fantásticas torres, típicas de los cuento de príncipes y princesas. Además, junto al casco viejo podremos visitar también un lugar tan moderno como evocador: Vabaduse väljak (la Plaza de la Libertad), un espacio abierto dedicado al orgullo nacional y al simbolismo de la independencia del país.
Los alrededores de Tallín tienen también mucho que ofrecer al visitante. La costa del Golfo de Finlandia es verde y espectacular, y cuenta con pequeñas islas llenas de encanto que se pueden visitar. Un buen ejemplo son Aeegna, Naissaar y Prangli, tres islotes hacia los que durante el verano parten ferries. Hace décadas era imposible visitarlas al ser un punto estratégico de la Unión Soviética, pero hoy día es posible recorrer sus tranquilos bosques y sus preciosas playas. En la isla de Prangli se conserva la tradición pesquera medieval como en ningún otro sitio de Europa, mientras que Naissaar es célebre por los restos militares que aún perviven en ella y por su tren de vía estrecha, aún en funcionamiento. Además, a lo largo de la costa podremos visitar el gran Parque Nacional Lahemaa, a aproximadamente una hora en coche de Tallín. Otra visita imprescindible es Paldiski, ciudad costera a unos 45 kilómetros de la capital y que fue un centro de construcción de submarinos y cohetes en tiempos soviéticos. Aparte de por su faro, el más alto de Estonia, la belleza de la península de Pakri (donde se ubica la ciudad) es debida a sus magníficos acantilados y su fauna salvaje. Y para terminar, podemos acudir a Viimsi, a tan sólo 15 kilómetros de Tallín: una preciosa península rocosa, con bella naturaleza y que además cuenta con tres interesantes museos: el Museo de la Guerra de Estonia, el Museo de las Costumbres Costeras y sobre todo, el Museo al Aire Libre de Viimsi, ubicado en una antigua e histórica granja.
Tierra, mar y chocolate: la cocina más especial
Probar los sabores locales es otra experiencia que no nos debe faltar si realmente queremos llegar a sentir el alma de Tallín y de Estonia en general. Al tratarse de una ciudad báltica, con sus características bajas temperaturas (sobre todo en invierno), las especialidades contundentes y los pucheros están a la orden del día. Pero lo cierto es que durante el verano también es posible degustar frescas ensaladas, elaboradas con excelentes verduras y hortalizas de la fértil tierra estonia. En Tallín podremos encontrar excelentes restaurantes de todo tipo, que sirven desde cocina internacional hasta la gastronomía medieval, típica de la ciudad vieja. Incluso hay un restaurante especialmente curioso: lo podremos visitar en Viimsi, donde sin duda nos llamará la atención su forma, que imita a un barco dado la vuelta.
Pero vamos a lo que realmente nos interesa: la comida. La carne es la base de la alimentación en Tallín, tanto de pollo o cerdo como de caza (especialmente alce y jabalí, aunque incluso es posible encontrar lugares donde sirven reno e incluso oso; este último es raro de encontrar, ya que su caza está limitada). Los restaurantes especializados en comida tradicional estonia sirven platos como las manos de cerdo (sült), la salchicha (sauerkraut, de herencia alemana) estofada, la sopa de guisantes y el verevorst o verivorst, una especie de embutido fresco similar a nuestra morcilla, elaborado con carne y sangre de cerdo. Las patatas (kartulid) son fundamentales en la gastronomía estona; además, todas las comidas suelen ir acompañadas del tradicional leib o pan negro de centeno.
El pescado también tiene su presencia en la ciudad, así como en el resto del país. Sorprendentemente, a pesar de tener puertos pesqueros, la gastronomía estonia no basa demasiado sus recetas en el pescado. Se pueden degustar especies del mar Báltico como el arenque o el espadín (una variedad de sardina poco conocida en España, típica de los mares del Norte), que se preparan por lo general ahumadas. La gran profusión de ríos y lagos en el interior del país da también estupendas piezas de anguilas, truchas y salmones; los ahumados y marinados, en este caso, son muy habituales. La perca y el cangrejo de río también se consumen bastante, sobre todo durante el verano.
Las confiterías de Tallín ofrecen una espléndida variedad de dulces y postres, siendo el chocolate Kalev (cuya tienda podemos encontrarla en el barrio Rotermann) el más famoso y popular, junto con el mazapán de la misma marca. En cuanto a las bebidas más populares, la cerveza se lleva la palma, sobre todo la de las marcas Saku y A. Le Coq. El vodka también es habitual, así como el licor típico de la ciudad, el vana Tallin.
Capital Cultural y ciudad de festivales
La cultura tiene un auténtico epicentro en la ciudad de Tallín. No en vano ha sido escogida como Capital Cultural de Europa para el año 2011, lo que ha logrado que a lo largo de este año, varios eventos de todo tipo se sumen a los habituales festivales, conciertos y festividades religiosas y civiles. Ya en Navidad, el Mercado Navideño del Centro Rotermann y el que se organiza en el Casco Antiguo llaman la atención de los viandantes por su belleza especial. Además, en el mes de enero tienen lugar festivales: el Festival de la Luz, que dura hasta febrero y en el que se sucede la quema de los árboles de Navidad y los espectáculos de luces; y el Festival de Música de Oistrahh, que celebra su cuarenta aniversario y se extiende por la primera mitad del mes. También se celebra un peculiar festival de esculturas en fuego durante la segunda quincena del mes. En febrero tienen lugar eventos relacionados con la música de cámara, mientras que en marzo es el momento de la Semana de la Música, con gran cantidad de bandas nacionales e internacionales.
Abril destaca en el calendario por acoger dos eventos de excepción: el Jazzkar, con conciertos de jazz durante dos semanas, y el Teatro NO99, que tiene la peculiaridad de que las representaciones teatrales se realizan sobre un escenario hecho de paja. El 1 de mayo se celebra el Kevadpüha, Día de la Primavera: la noche de la víspera se celebra el Jaaniõhtu para festejar la llegada de esta estación. El mes de junio ve llegar el Tallinna Vanalinna Päevad, en pleno Casco Antiguo: es un festival que recrea el pasado medieval de la ciudad, y en el cual se suceden los conciertos, las representaciones, los mercados... Además, la noche del 23 es tradicional celebrar el solsticio de verano con el Jaanipäev, una fiesta con hogueras y reuniones familiares. El mes de julio trae tiempo de diversión: llega el Õllesummer , que significa "verano de la cerveza" y constituye el mayor festival dedicado a esta bebida del verano báltico, siempre acompañado de conciertos de rock.
Son muchas las celebraciones de todo tipo que se suceden en Tallín, convirtiendo a esta mágica ciudad en la capital de la cultura y la tradición por excelencia. Unas vacaciones en Tallín nos descubrirán una ciudad desconocida, llena de encanto medieval y modernidad en una combinación sin duda ganadora.