Llamado oficialmente Nueva Zelanda, aunque los maorís la conocen desde antaño como Aotearoa –la “tierra de la larga nube blanca”–, se trata de un pequeño país oceánico formado por dos islas principales, bañadas por las aguas del Pacífico. Éstas, que reciben el nombre de Isla Norte e Isla Sur, se encuentran separadas por el Estrecho de Cook y se caracterizan por la belleza de sus montañas. Ambas conforman, junto a otras islas menores, un territorio alargado que supera los 268.000 km².
Nueva Zelanda se ubica a más de mil quinientos kilómetros de los países más cercanos, como son Australia, Fiji, Nueva Caledonia o Tonga, por lo que se trata de un país considerablemente aislado. Ello le otorga unas características únicas, siendo un destino idílico para aquellos que quieran disfrutar de unas vacaciones en mitad de un paraíso paisajístico, así como para aquellos a los que les guste practicar deportes en contacto con la naturaleza y para los que quieran acercarse a conocer la interesante cultura del pueblo maorí.
Entre todas las islas que constituyen el país forman un variado paraje de gran encanto, desde los
nevados Alpes meridionales, los
volcanes en activo, las fuentes termales y los
géiseres, hasta los bosques tropicales, las costas kilométricas, los profundos fiordos y las llanuras de pastoreo, incluyendo caudalosos ríos y
grandes lagos, algunos de origen glaciar. Todo ello da lugar a una flora y una fauna que, igualmente, se caracteriza por su
diversidad,
peculiaridad y
mezcolanza.
Y es que Nueva Zelanda alberga bosques con un inmenso porcentaje de
plantas endémicas, además de un catálogo de animales que parecen proceder de otro planeta. Es el caso, por ejemplo, del famoso
kiwi –animal endémico convertido en
símbolo nacional–, el kakapo, el takahe y reptiles como el
gecko o el
tuátara. Toda esta riqueza, además, tiene la suerte de encontrarse en un país que se considera uno de los pioneros en conservación medioambiental y en la protección de especies silvestres.
A pesar de su considerable tamaño, hay que decir que Nueva Zelanda es uno de los países
menos poblados del mundo, con tan solo cuatro millones de habitantes. Aun así, y aunque más del cincuenta por ciento de éstos tienen un origen europeo, todavía encontramos una
gran riqueza y diversidad cultural procedente sobre todo de la etnia maorí, una minoría que constituye la comunidad más importante del país. Junto a ellos, encontramos también otros grupos minoritarios, como son los
polinesios y los
asiáticos.
En definitiva, Nueva Zelanda es un país
siempre por descubrir, moderno, económicamente potente y, a su vez, rico en
cultura oral, lleno de historias y leyendas. Cuenta también con una
cocina riquísima, inspirada en recetas de multitud de países, así como con una gran vitalidad nocturna, numerosos
festivales y conciertos, e infinidad de escenarios posibles para llevar a cabo cualquier deporte que desees.
¡Haere Mai –“bienvenido”–
a Nueva Zelanda!
Opiniones de los viajeros que ya han realizado este circuito