Moderna, excéntrica, inigualable, extravagante, atractiva, disparatada, divertida, solemne, tradicional… Las palabras no alcanzan a definir una ciudad como Tokio, una vibrante ciudad global de 13 millones de habitantes. A pesar de liderar la vanguardia tecnológica y la modernidad urbanita, guarda un alma tradicional inextinguible que convierte a Tokio en una amalgama de contrastes. Te esperan el barrio Akihabara, un auténtico paraíso “friki”; el famoso cruce de Shibuya, donde hasta más de mil personas pueden coincidir en un momento; o la zona conocida como Golden Gai, un laberinto de callejuelas y estrechos edificios de dos plantas hechos de madera repleto de pequeños bares, cada uno con su excentricidad. Y esto es tan solo una ligera pincelada de los inabarcables atractivos que te ofrece la inolvidable capital de Japón.
Capital de Japón entre los siglos VIII y XIX, Kioto alberga orgullosa un excepcional y variado legado en los ámbitos de las artes, la cultura, la religión o las ideas. Cada paso te descubre un nuevo tesoro arquitectónico en forma de castillo, palacio, templo, santuario o jardín. Entre toda esta riqueza destaca el suntuoso castillo Nijo, residencia del unificador Tokugawa Ieyasu, las 1.001 estatuas de madera dorada del templo Sanjusangendo, los templos Kiyomizu, Ryoanji, Ginkakuji o Pabellón de Plata, y Kinkakuji o Pabellón de Oro, y la Villa Imperial Katsura, una joya de la arquitectura. No te pierdas el barrio Gion, el lugar ideal para descubrir el teatro ‘kabuki’, las artes tradicionales, como los arreglos florales, y a las ‘Maiko’, cuya recargada apariencia es el estereotipo de la geisha para los occidentales.