Moderna, excéntrica, inigualable, extravagante, atractiva, disparatada, divertida, solemne, tradicional… Las palabras no alcanzan a definir una ciudad como Tokio, una vibrante ciudad global de 13 millones de habitantes. A pesar de liderar la vanguardia tecnológica y la modernidad urbanita, guarda un alma tradicional inextinguible que convierte a Tokio en una amalgama de contrastes. Te esperan el barrio Akihabara, un auténtico paraíso “friki”; el famoso cruce de Shibuya, donde hasta más de mil personas pueden coincidir en un momento; o la zona conocida como Golden Gai, un laberinto de callejuelas y estrechos edificios de dos plantas hechos de madera repleto de pequeños bares, cada uno con su excentricidad. Y esto es tan solo una ligera pincelada de los inabarcables atractivos que te ofrece la inolvidable capital de Japón.
Situada en la prefectura de Kanagawa, a menos de 100 kilómetros de distancia de Tokio, Hakone es un importante centro turístico, tanto para los tokiotas como para los turistas por sus magníficos paisaje alrededor del Monte Fuji y por sus numerosos onsen, fuentes termales. Las zonas más turísticas son Hakone-Yumoto, punto de entrada y salida en transporte público; Moto-Hakone, uno de los puertos desde los que salen y llegan los barcos que navegan por el lago Ashi; Hakone-Machi, otro de los puertos desde los que salen y llegan los barcos; Gora, punto de intercambio entre el tren Tozan y el funicular; y Owakudani, la zona volcánica y sulfurosa donde comer huevos negros.
Capital de Japón entre los siglos VIII y XIX, Kioto alberga orgullosa un excepcional y variado legado en los ámbitos de las artes, la cultura, la religión o las ideas. Cada paso te descubre un nuevo tesoro arquitectónico en forma de castillo, palacio, templo, santuario o jardín. Entre toda esta riqueza destaca el suntuoso castillo Nijo, residencia del unificador Tokugawa Ieyasu, las 1.001 estatuas de madera dorada del templo Sanjusangendo, los templos Kiyomizu, Ryoanji, Ginkakuji o Pabellón de Plata, y Kinkakuji o Pabellón de Oro, y la Villa Imperial Katsura, una joya de la arquitectura. No te pierdas el barrio Gion, el lugar ideal para descubrir el teatro ‘kabuki’, las artes tradicionales, como los arreglos florales, y a las ‘Maiko’, cuya recargada apariencia es el estereotipo de la geisha para los occidentales.
Una ciudad que no deberías pasar por alto y que invita a reflexionar acerca de la barbarie que es capaz de cometer el ser humano es, sin lugar a duda, Hiroshima. Y justamente el Parque de la Paz, zona donde cayó la bomba atómica en 1945, es uno de los puntos más emblemáticos de la ciudad. No te pierdas tampoco la Cúpula de la Bomba Atómica ni el Museo de la Paz. Si tienes tiempo, también está bien acercarse hasta el Castillo de Hiroshima y compaginar la visita con Miyajima.
La tercera mayor ciudad de Japón, Osaka constituye uno de los destinos más atractivos del país del Sol Naciente. No en vano, uno de sus monumentos está considerado como la atracción turística más visitada de todo Japón, tanto por turistas locales como por extranjeros. Es el imponente castillo de Osaka, emblema de poder desde finales del siglo XV. Además, los cantos de sirena de la tecnología nipona, con proyectos vanguardistas como el ‘edificio del cielo’ Umeda, que simula una ciudad flotante; el Umeda Sky Building, un rascacielos y mirador de 173 metros de altura; el espectacular acuario de Osaka, uno de los más grandes del mundo; o sus numerosos parques temáticos, como el Universal Studios Japan o Expoland; atraen año tras año a un creciente número de visitantes. Acércate al barrio Dotonbori, en el centro de Osaka, para vivir la alocada vida nocturna de la ciudad y sus famosos karaokes.