Martinica es una pequeña y paradisíaca isla situada en el mar Caribe que ostenta el estatus de departamento de ultramar de Francia, constituyendo por tanto una región ultraperiférica de la Unión Europea. Con una superficie total de 1.100 kilómetros cuadrados, es la tercera isla en tamaño de las Antillas Menores tras Trinidad y Guadalupe. De origen volcánico, está presidida por el imponente Monte Pelée y los no menos impresionantes picos de Carbet, ambos de más de 1.100 metros sobre el nivel del mar, y disfruta de un agreste y atractivo entorno natural sembrado de playas de arena negra o dorada y aguas turquesas. Bienvenido a Martinica, una auténtica postal tropical en pleno Caribe.
La isla de Martinica estuvo deshabitada hasta la llegada a sus costas en el año 130 de nuestra era del pueblo iñeri, un grupo étnico precolombino de origen arahuaco. Procedente del litoral septentrional de América del Sur, principalmente de las actuales Venezuela y Colombia, esta cultura indígena se asentó en la isla hasta que en el año 295 la erupción del Monte Pelée destruyó sus asentamientos, diezmando en el proceso a toda su población. Posteriormente, los iñeri regresaron y se establecieron de nuevo en Martinica alrededor del año 400. Otro pueblo indígena, los agresivos y aguerridos caribes (o "caríbales", de donde procede el término "caníbal") originarios de las costas orientales sudamericanas, llegó a la isla hacia el año 600 para exterminar a los iñeri y asentarse en sus tierras durante los siglos posteriores.
A pesar de avistar la isla ya en su segundo viaje a las Américas en el año 1493, el célebre marino y descubridor Cristóbal Colón, que estaba bajo la protección de la corona de Las Españas, no pondría pie por primera vez en tierras martiniquesas hasta el 15 de junio de 1502, precisamente en su cuarto viaje al Nuevo Mundo. El "Almirante" fue por tanto el primer europeo en dejar sus huellas en Martinica y el primero en entablar contacto con el pueblo caribe. Dueños y señores de la isla en aquel momento, los caribes vieron entonces y por vez primera especies animales como la cabra o el cerdo.
Sin embargo, las enormes riquezas de otros puntos del Nuevo Continente relegaron al olvido a Martinica por parte de las autoridades españolas, situación que aprovechó el no menos célebre Cardenal Richelieu francés para ordenar su colonización a la recién fundada Compagnie des Îles de l'Amérique (Compañía de las Islas de América). Así, el 1 de septiembre de 1635 desembarcaron en Martinica unos cien colonos franceses con Pierre Bélain d'Esnambuc a la cabeza. Tras hacer frente a algunos focos de resistencia por parte de los caribes, oposición que fue derrotada sin muchas dificultades gracias a la enorme superioridad tecnológica y militar de los europeos sobre los indígenas, los colonos galos se asentaron en la parte noroeste. Junto a la desembocadura del río Roxelane, región que bautizarían como Saint-Pierre, fundaron Fort-Saint-Pierre, la primera colonia europea en Martinica. Desde entonces, la isla ha pertenecido a Francia, posesión tan solo interrumpida brevemente por la conquista de Martinica por parte de los británicos en varias ocasiones durante las muchas guerras coloniales libradas en el Caribe.
La llamada
"isla de las flores" es en la actualidad un exótico y cosmopolita destino turístico que combina tradición y modernidad a partes iguales. Su clima tropical, su vida relajada, sus especialidades culinarias criollas, su fabuloso entorno natural y sus hermosas playas de fina arena, dorada en el sur y negra en el norte, constituyen las principales credenciales de este paraíso caribeño con acento francés... pero que no olvida su pasado indígena. A estos atractivos naturales cabe añadir un interesante patrimonio cultural y artístico, como los vestigios de Saint-Pierre o el Fuerte Saint-Louis, y encantadores y pintorescos pueblos que harán las delicias de los viajeros que visiten esta auténtica joya del Caribe.
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