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Existen pocas ciudades en el mundo con el dinamismo de Bruselas, la capital no sólo de una vibrante nación como Bélgica, sino también centro neurálgico de ese país de países al que llamamos Unión Europea. Porque si ya de por sí Bruselas es una de las capitales del Viejo Continente más atractivas a la hora de hacer turismo y desentrañar todos sus secretos, ya sean culturales, artísticos o arquitectónicos, el hecho de albergar y dar cobijo a las principales instituciones que conforman la Comisión Europea, la convierte sin duda en la urbe más cosmopolita de Europa. En sus calles, cafeterías y restaurante se pueden oír acentos de todos los rincones del continente europeo y prácticamente de todo el planeta, dando lugar a un mestizaje sociocultural sin apenas parangón a lo largo y ancho del planeta. Porque la capital de Bélgica es la caja de resonancia de todo lo que se está cociendo en Europa.Todo un ejemplo de unidad e integración.
Además, Bruselas sorprende por su originalidad y sus inesperados contrastes. Porque, ¿cuántas ciudades reúnen tesoros arquitectónicos como la espectacular Grand Place, que con su recargado estilo barroco te transportará directamente al siglo XVI, junto a la mayor colección de obras del genio del Surrealismo René Magritte? ¿O qué combinen edificios Art Nouveau y Art Déco con el mencionado cosmopolitismo de la Comisión Europea? Por no hablar de su poblada agenda cultural, que late con el mismo dinamismo que sus habitantes con frecuentes actividades como conciertos, festivales, exposiciones, folklore belga, espectáculos, deportes, competiciones, ocio gratis...
y descubre sus secretos
Si Víctor Hugo la describió como “la plaza más hermosa del mundo”, siendo uno de los escritores más reconocidos del planeta, algo debe tener la Grand-Place de Bruselas que encandila y enamora a todos los que ponen un pie sobre sus adoquines. Declarada Patrimonio Mundial por la Unesco, la Grand-Place no solo es el corazón geográfico de la capital belga, sino también el corazón histórico y comercial de la ciudad, el centro de reunión de los bruselenses. Es lugar mágico lleno de historia y no puedes dejar de visitarla en tu viaje a Bruselas, no te arrepentirás.
La primera sensación que nos provoca es impactante. Es uno de esos monumentos arquitectónicos que dejan una perdurable huella en nuestras retinas ya que el conjunto arquitectónico que la conforma es tan impresionante que hace que no sepas a dónde mirar. Podemos observar en la plaza varios estilos, desde el gótico o el barroco hasta estilos más modernos como el neogótico o neoclásico, en las fachadas de los magníficos edificios que allí se encuentran, entre los que destacan el ayuntamiento, la Maison du Roi Maison des Ducs de Brabant y Le Pigeon vivienda en la que se alojó el novelista francés Víctor Hugo durante su exilio en Bélgica.
La visita a los Invernaderos Reales de Laeken es otra de las actividades imprescindibles si te encuentras en Bruselas durante los meses de abril o mayo, momento en el que el edificio abre de par en par sus puertas para dar la bienvenida a curiosos, turistas y aficionados a la botánica. Diseñados por el arquitecto Balat, en colaboración con su discípulo Victor Horta, los siete invernaderos que componen el conjunto monumental se cuentan entre los edificios más importantes no solo de la capital belga, sino del país en su conjunto.
Se trata de un lugar mágico para los amantes de la arquitectura del siglo XIX, pues su sublime invernadero adosado es un tesoro del Art Nouveau y está considerado como uno de los más grandes que existen, y para los aficionados a la botánica, gracias a las sorprendentes colecciones de plantas tropicales y subtropicales que alberga, como los geranios, azaleas y fucsias.
La visita te llevará más allá de los invernaderos propiamente dichos, ya que podrás visitar el taller de la reina Elisabeth y el exterior del complejo para que puedas contemplar de cerca el parque del Castillo. ¡Te espera una visita real!
Corría el año 1549 cuando el emperador Carlos I de España y V de Alemania, regresaba a su tierra natal Flandes tras años de ausencia al objeto de presentar a sus súbditos a su hijo y próximo monarca, el futuro Felipe II de Habsburgo. En Bruselas, el Emperador y su numeroso séquito fueron recibidos con toda la pompa y solemnidad requerida para la ocasión, recibiendo una calurosa bienvenida por parte del burgomaestre de la ciudad en una ceremonia única, el Ommegang.
Cada año, al amparo del calor del verano, el primer jueves del mes de julio y el martes anterior, el Ommegang vuelve a la vida de nuevo en la Grand-Place de Bruselas, gracias a una de las reconstrucciones históricas más grandes de Bélgica y de las más famosas del mundo entero. En ella participan más de 1.400 actores y figurantes que hacen las veces de los anfitriones y de los invitados de honor, como el Príncipe de Orange, llamado Guillermo el Taciturno, o el propio Carlos I, de las numerosas damas de honor del séquito imperial, de los consejeros municipales, e incluso del perro dogo del Emperador.
Como cada año, la teatralización de esta recordada recepción oficial se ve acompañada de celebraciones como las justas ecuestres, un pueblo medieval, un concurso de tiro con ballesta, degustaciones de cervezas y mucho más. Es lo más cerca que estarás de viajar en el tiempo.
La iglesia de Notre-Dame au Sablon, situada en la parte alta de la ciudad, es sin duda una de las iglesias góticas más bellas de toda Bélgica y constituye una auténtica joya del patrimonio religioso bruselense, que encontrarás en las Plazas Petit y Grand Sablon. Construida en el siglo XV con un estilo gótico de Bravante, una de sus señas de identidad son las 11 vidrieras de 15 metros de altura que iluminan su interior, además de un hermoso púlpito de madera labrada del año 1697.
Pero el Sablon es más que la belleza de su iglesia, es el barrio donde se concentra el mayor número de anticuarios, galerías de arte, tiendas de decoración, joyeros como Leysen&HL o maestros chocolateros como Marcolini, de la ciudad. No en vano es conocido por los amantes de las antigüedades de todo el mundo. ¿A qué esperas para descubrirlo?
Iglesia de Notre-Dame au Sablon
Dirección: Place du Grand Sablon.
Horario: De Lunes a Viernes, de 9:00 a 18:30 horas. Sábados y Domingos, de 10:00 a 19:00 horas.
Situado al sur del Parque de Bruselas, en la parte alta de la capital belga, se encuentra uno de los edificios más famosos de ciudad: el Palais Royal, es decir, el Palacio Real de Bruselas, sede de la monarquía belga, y una visita que no debes dejar pasar. Sin embargo, cabe destacar que este magnífico ejemplo de arquitectura neoclásica no se puede visitar en cualquier momento del calendario, sino tan sólo durante la temporada de puertas abiertas que va desde la fiesta nacional del 21 de julio, hasta principios de septiembre, una tradición que se mantiene vigente desde 1965.
En el Palais Royal se encuentran instaladas las oficinas de los reyes, algunos ministerios, salas de reuniones oficiales y las habitaciones para los jefes de estado invitados, aunque desde 1831 no es la residencia real, siendo sustituida por el Palacio de Laeken, en las afueras de Bruselas. Durante las jornadas de puertas abiertas se pueden recorrer las estancias y alcobas de este espectacular edificio que comenzó a construirse a principios del siglo XIX a manos de Guillermo I, rey de los Países Bajos. El edificio se ha ampliado en varias ocasiones e incluso el afamado arquitecto Balat ha modificado la decoración interior.
Dirección: Rue Brederode 16. Place des Palais, 1000 Bruselas.
Horario: De Martes a Domingo, de 10:30 a 17:00 horas. Abierto al público desde el 21 de julio hasta principios de septiembre.
Una vez cada dos años, la monumental Grand-Place de Bruselas acoge uno de los eventos más importantes que se organizan en la capital belga: la Alfombra Floral, un auténtico desafío artístico que cubre 1.800 metros cuadrados de la plaza más famosa del mundo con cerca de un millón de flores a lo largo de un fin de semana. Además, esta magnífica tapicería vegetal multicolor se puede admirar desde el balcón del Ayuntamiento, abierto a los visitantes para la ocasión, y desde donde puedes tomar unas instantáneas para recordar este evento único que cuenta con la participación de más de un centenar de jardineros y floristas.
La primera edición de este efímero a la par que espectacular cuadro floral tuvo lugar en 1971, y desde 1986 se celebra sin falta cada dos años. A pesar de que esta ornamentación se coloca en apenas cuatro horas y se mantiene tan solo a lo largo de un fin de semana, lo cierto es que ese prepara durante meses siguiendo una minuciosa planificación.
La flor más utilizada en la creación de esta alfombra multicolor es la begonia, de la que se usan habitualmente más de 600.000 ejemplares, ya que ofrecen un amplio abanico de colores vivos, una agradable fragancia, y resisten al calor del sol cuando se cortan, ya que los artesanos las colocan directamente en el suelo de la plaza sin una capa de tierra. El resultado es un cuadro floral que se tiene que ver, al menos, una vez en la vida.
Ubicación: Grand-Place, 1000 Bruselas.
Pasear es uno de los placeres máximos cuando se está enamorado y hay pocos lugares que inviten a pasear más que el centro de Bruselas. Cuando uno camina junto a su pareja por la Grand Place seguro que aprecia más todos los detalles de una de las plazas más bonitas del mundo. Da igual si es de día o si está iluminada de noche, si es primavera o invierno. Es una plaza que tiene encanto durante todas las estaciones del año y bajo cualquier circunstancia. Por eso, es muy romántico dar una vuelta entera a la plaza y detenerse a contemplar todos los detalles. Pero esta plaza guarda un secreto que no todos saben. Cada dos años se cubre con un tapiz floral formado por más de un millón de flores componiendo una estampa espectacular. Os recomendamos que os informéis de si coincide con vuestro viaje porque es una imagen única.
Cuando uno contempla el Atomium, automáticamente lo relaciona con Bruselas. Se podría decir que es como la Torre Eiffel para París: inseparables. De hecho, tal y como sucediese con la torre parisina, se construyó también con motivo de una Exposición Universal, en este caso la que tuvo lugar en el año 58, pero es ahora en nuestros días cuando ha alcanzado mayor popularidad, convirtiéndose por derecho propio en todo un icono de la ciudad. Vamos, que la tradición ya marca hacerse una foto junto al Atomium cuando uno viaja hasta Bruselas, no solo en hitos turísticos como la Grand Place o junto al Manneken Pis.
Pero no es sólo un icono, ya que en su interior acoge exposiciones o talleres para niños, mientras que en la esfera superior encontrarás un restaurante y la posibilidad de disfrutar de una de las mejores vistas de Bruselas, pues es además un mirador de lujo desde el que contemplar la belleza de la capital belga. No en vano, mide la friolera de más de 100 metros de altura, y simboliza un cristal de hierro ampliado nada más y nada menos que 165 mil millones de veces. Lo dicho, ¡no te olvides de la foto!
Ubicación: Atomiumsquare, 1020 Bruselas.
Horario: Todos los días, de 10:00 a 18:00 horas.
Descuentos: Con la Brussels Card.
Cuenta la leyenda, más bien una de ellas, que un rico comerciante visitaba en familia la rica ciudad de Bruselas, cuando uno de sus hijos pequeños se separó del grupo perdiéndose entre las intrincadas calles de la ciudad. Diversos grupos de búsqueda tuvieron que ser organizados con presteza para dar con el niño y tras varias horas de frenética búsqueda, el pequeño era encontrado finalmente riendo y orinando en un pequeño jardín de la ciudad. La alegría por dicho reencuentro, y para compensar los esfuerzos de los vecinos en la búsqueda de su hijo, el mercader decidió financiar la construcción de una fuente pública en Bruselas a imagen y semejanza del pequeño tal y como fue encontrado: haciendo pipí, de ahí su nombre “hombrecito que orina” en neerlandés.
También conocida como “Ketje de Bruselas”, esta pequeña estatua de 61 centímetros situada en los aledaños de la Grand Place, sigue siendo uno de los principales atractivos turístico de la capital belga, y es sin duda uno de los personajes más queridos de los bruselenses. A pesar de estar desnudo, no es extraño encontrar al Manneken Pis ataviado con uno de sus 654 vestidos y disfraces, que van desde el uniforme de los basureros o policías de la ciudad hasta el traje de Papá Noel o la equipación de uno de los equipos deportivos bruselenses, y que están expuestos en la Casa del Rey. Un consejo: abre bien los ojos cuando busques al escurridizo “niño meón”, ya que en las fotos e instantáneas que todos guardamos en la retina parece más grande y puede llegar a pasarte desapercibido. Y si no te has hecho un ‘selfie’ con el Manneken Pis es como si no hubieses estado en Bruselas…
Ubicación: Rue de l’Etuve 46, 1000 Bruselas.
Uno de los platos más típicos de Bélgica es la Carbonade Flamande, o Carbonada Flamenca. Es una receta tradicional cuyo ingrediente principal es la carne de ternera estofada con una salsa de cerveza y especias. Gracias a la cerveza, la carne adquiere una textura muy suave y tierna y junto con las especias, el resultado es realmente sabroso y exquisito. La diferencia entre un restaurante y otro estriba básicamente el tipo de cerveza que utilizan para cocinar la carne, y en Bruselas no te faltarán lugares donde degustarla.
Lo habitual es que la carbonada flamenca se sirva acompañada con otra de las especialidades locales, las patatas fritas, pero también te las pueden servir asadas o en puré. Y como para gustos no hay nada escrito, si te gusta la carbonada flamenca más dulce, le añaden pan con miel, mientras que a otros les gusta más acompañarla con hígado o riñones para darle un sabor más gustoso. Porque cada maestrillo tiene su librillo, pero siempre conservando la traición de toda la vida.
Las Croquettes Aux Crevettes, es decir, las croquetas de camarones, es un plato muy típico y común de la cocina belga en general y de la bruselense en particular. Tal y como sucede en España, las Croquettes Aux Crevettes suelen tomarse como aperitivo o como entrante antes de una copiosa comida, aunque difieren de las españolas en que el tamaño de estas croquetas suele ser mayor al que estamos acostumbrados.
Como se suele decir, en Bruselas se toman muy en serio el tema de las croquetas y las podrás encontrar en la práctica totalidad de las terrazas y restaurantes de la ciudad. Y no solo las hay de camarones, ya que la variedad es muy amplia y las podrás encontrar rellenas de gambas, queso… Todo un placer para el paladar.
¿A quién no le gustan los gofres o ‘Belgian Waffles’? Ese pastelito belga de fama internacional hecho con masa de levadura de forma rectangular, ligera y crujiente, con la forma en red heredada de las planchas gemelas que lo cocinan. Aunque habitualmente se acompañan con todo tipo de dulces como nata, frutas o chocolate, y de siropes de distintas clases de sabores: caramelo, fresa, chocolate..., el clásico de Bruselas y uno de los más populares es el gofre servido sencillamente con azúcar ‘glacé’, ya que permite disfrutar del auténtico sabor de la masa en toda su intensidad.
En Bruselas los podemos encontrar en pastelerías y en multitud de puestos ambulantes repartidos por la ciudad, sobre todo en otoño e invierno. ¡Nada sienta mejor que un buen gofre calentito recién salido de la plancha para merendar!
El chocolate belga es conocido como uno de los mejores del planeta. Si sois amantes de este dulce, visitar Bruselas se convertirá en un viaje donde despertar vuestros sentidos más ocultos. Encontraréis infinidad de chocolaterías donde los hacen a mano y con gran minuciosidad en su taller. Aquí los encontraréis en todas sus vertientes y hasta combinados con los sabores más inverosímiles. No dejes de probar los bombones, los pralinés y los cremosos ‘manons’, es decir, los bombones rellenos. Los encontraréis de diferentes marcas y precios. Y unos de los que gozan de una tradición más antigua son los Neuhaus, con más de 100 años a sus espaldas trabajando este producto. También podéis llevaros una caja ‘ballotin’ que viene ya preparada. Esta es una de las mejores opciones si queréis hacer un regalo. Seguro que aquel al que le llevéis esta caja de bombones lo agradecerá. Es una apuesta segura.
Bélgica es por excelencia la patria de la cerveza. Hay 160 empresas cerveceras que mantienen la tradición de producir esta bebida hecha a base de cebada. Las encontramos de diferentes tipos y eso depende del método de fermentación que usen en su elaboración. Las de fermentación baja son más consistentes. Sin embargo las de fermentación alta tienen un sabor más afrutado o especiado. En Bruselas son típicas las cervezas de fermentación espontánea y de fermentación mixta.
Cada cerveza tiene su vaso, con una forma diferente que potencia su sabor y su aroma. Si os gusta la cerveza, podéis visitar alguna de las fábricas o brasserie que ofrecen visitas y donde podréis ver su elaboración, los antiguos alambiques e incluso las antiguas máquinas de vapor. No hay que olvidar que la tradición cervecera en Bélgica se remonta a la Edad Media, cuando los monjes las elaboraban de forma completamente artesanal.
Los mejillones con patatas fritas, o Moules-frites, es otra de las especialidades más típicas de Bruselas y constituyen una auténtica ‘delicatessen’ que no debes dejar de probar. A pesar de que los mejillones belgas son más grandes que los españoles, también son más sabrosos, y se sirven en la cazuela en la que se han cocinado, guardando así todo su aroma y sabor. Acompañados de diferentes salsas, desde salsa marinera, hasta salsa de ajo, tomate o con vino blanco, son una pura delicia para el paladar.
Es sabido que los mejillones son uno de los ingredientes típicos de Bélgica. Y que los cocinan de mil formas diferentes. ¿Pero sabías que la más curiosa es la mezcla que hacen con patatas fritas en Bruselas? ¿Y a qué esperas para probarla?
Los belgas están convencidos de que fueron ellos, y no los franceses, los que descubrieron las patatas fritas en el siglo XIX. Por eso en Bélgica es uno de los platos más populares. Las podéis comprar en freidurías y puestos callejeros. Dice que su secreto está en su textura. Para conseguirla hay que freírlas dos veces. La primera se hace a fuego lento, y la segunda, todo lo contrario, bien fuerte. Así consiguen que queden crujientes por fuera y tiernas por dentro. Comer patatas con mejillones es una de las especialidades de los belgas. Los mejores meses para probarlos son enero a abril y de septiembre a diciembre.
El stoemp es un plato típico de Bruselas. Es una especie de puré de patatas que va acompañado por una salchicha o por carne estofada. Se suele servir con verduras como la endivia, los nabos, las coles, la zanahoria y la cebolla. Y a veces incluso lleva también bacon. El stoemp se convierte en uno de los platos imprescindibles que tenéis que probar en Bruselas junto con la carbonada flamenca y los mejillones con patatas. Seguro que os gustará.
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La ciudad de Bruselas presenta un clima templado y marítimo típico del norte de Europa, donde los inviernos pueden ser muy fríos y los veranos se caracterizan por temperaturas agradables y no muy calurosas, aunque altos grados de humedad. A pesar de que se puede visitar en cualquier época del año, el periodo más recomendable para acercarse a la ciudad belga está comprendido entre finales de la primavera y principios del otoño, cuando el tiempo presenta su mejor cara. En concreto, a partir del mes de marzo, el tiempo mejora dejando atrás el invierno y ya a mediados de abril se rondan los 15ºC. Por su parte, en los meses de junio, julio y agosto, las temperaturas medias alcanzan los 22ºC y es cuando la ciudad se llena de turistas y visitantes. Mientras, Bruselas se vuelve más silenciosa y tranquila cuando llega el invierno y la época del frío, concentrada entre diciembre y febrero, debido a fuertes vientos y frecuentes precipitaciones en forma de lluvias, aguanieve e incluso de nieve, aunque de forma ocasional. Enero tiende a ser el mes más frío en Bruselas, cuando las temperaturas medias rondan los 5ºC y pueden llegar a bajar a menos de un 1ºC por la noche. Si te escapas a Bruselas en invierno, procura llevar abundante ropa de abrigo… y prepárate para vivir muy pocas horas de luz.