Cruceros por el Mediterráneo, Un viaje indispensable
Hacer un crucero por el Mediterráneo nos da la oportunidad de conocer algunas de las ciudades más bellas del sur de Europa, con especial énfasis en el increíble legado cultural y pintoresco de Italia: Roma, Florencia, Pisa, Nápoles, Génova, Palermo, Cinque Terre, Portofino, Capri o Cerdeña, son los principales destinos de cruceros del país, aunque no podemos olvidarnos de la Costa Azul, con Marsella, Niza y Mónaco como puntos de interés. Las rutas suelen completarse con una escala en la preciosa isla de Malta, o también en las hermosas Islas Baleares.
La gran mayoría de los cruceros por el Mediterráneo comienzan en Barcelona, aunque algunos lo hacen en Valencia e incluso Tarragona. Algunos de los que hacen escala en Palma de Mallorca también permiten iniciar y acabar el viaje en la capital mallorquina.
Marsella puede ser nuestra primera escala. Se trata de una ciudad de 850.000 habitantes con un gran mestizaje de culturas en sus habitantes. Una urbe que ha evolucionado mucho en la última década, y que muestra ahora su mejor cara en la fachada marítima alrededor de la Catedral de Marsella, una impresionante edificación de estilo románico-bizantino única en Francia, acompañada del MICEM (Museo de las Civilizaciones de Europa y Mediterráneo) y de grandes almacenes portuarios reconvertidos en centros comerciales de lujo. En Marsella no podemos dejar de visitar el Puerto Viejo (Vieux Port), una enorme dársena de náutica deportiva flanqueada en parte por soportales con brasseries, bistros y demás opciones hosteleras, donde quizá queramos probar los moules frites (mejillones con patatas fritas) o un buen combinado de ostras, antes de hacernos con unas pastillas de auténtico jabón de Marsella.
Mónaco es una escala muy deseada por cruceristas de todo el mundo ansiosos de comprobar si el aura de lujo y exclusividad que transmite desde mediados de siglo pasado, cuando Grace Kelly contrajo matrimonio con el príncipe Rainiero III, es cierta. Y no suele defraudar, aunque hay zonas de edificios sesenteros de dudoso gusto, lo cierto es que ganan la partida las construcciones nobles, el aire señorial, y la pulcritud tanto en las calles, como en las boutiques de alto nivel esparcidas por toda la ciudad, pero especialmente en los aledaños del trazado de Fórmula 1. Deberíamos comenzar visitando el viejo Mónaco, un pequeño casco histórico situado en una colina rocosa donde se alza imponente el Museo Oceanográfico de Mónaco con un acuario, la Catedral de San Nicolás, donde está la tumba de Grace Kelly y Rainiero III, y el Palacio del Príncipe de Mónaco, con excelentes vistas sobre las dos marinas: Port Hercule y Port de Fontvielle. El otro punto de interés no puede ser otro que el Casino de Montecarlo, al que podemos acceder para una visita turística. A su vera, el Hotel de Paris con el famoso restaurante Le Louis XV de Alain Ducasse, 3 estrellas Michelin, destila glamour y aroma de millonarios, con vehículos de lujo y deportivos en toda la plaza. Aunque Niza tiene sus propios encantos turísticos, acceder a Mónaco desde allí es fácil tanto en tren cercanías como en excursión de la naviera.
Livorno o La Spezia son las escalas que nos dan acceso a Florencia y Pisa, dos iconos del turismo en Italia, aunque también Cinque Terre, un conjunto de pueblecitos costeros de una belleza sin parangón. Llegar a Florencia supone un desplazamiento de más de hora y media en autocar, pero contemplar el David de Miguel Ángel, la fascinante Catedrale di Santa Maria del Fiore, el Ponte Vecchio, o el Palacio Pitti son una gran recompensa. No te olvides tocarle el morro al jabalí en la Fontana del Porcellino para asegurarte volver. Si nos decidimos por Pisa, el desplazamiento es mucho menor ya que está más cerca de la costa. Hay excursiones que incluso pueden ofrecer las dos ciudades, a costa de ir más deprisa. La archifotografiada torre junto a la Catedrale di Pisa y el Battisterio di San Giovanni forman un conjunto monumental fabuloso, que merece la pena visitar en su interior, como también darse un paseo por una ciudad con un auténtico sabor italiano y universitario.
Civitavecchia es el puerto donde haremos escala para acceder a Roma, a una hora y media en autocar o tren de cercanías. ¡Qué decir de Roma! Hay tanto que ver y tan fascinante, pero la santísima trinidad del turista es sin duda el Coliseo, la Fontana de Trevi y el Vaticano. El Vaticano requiere una visita a la Basílica de San Pedro, no en vano es uno de los templos más importantes del mundo y su interior es realmente impresionante. No podemos dejarnos sin ver tampoco el Panteón, Piazza Navona, el Castel Sant’Angelo, o la Piazza de Spagna, aunque los más aficionados a la arqueología me matarían si no nombrase el Foro Romano. La lista de monumentos es amplísima, Roma es una de las capitales más importantes del mundo y podemos visitarla en muchas ocasiones que siempre encontraremos nuevas cosas que ver.
La Valletta, en Malta, es otra escala tradicional en los cruceros por el Mediterráneo. Un país muy desconocido en España y que seguramente sea una de las sorpresas positivas de nuestro viaje. La Valletta es una coqueta ciudad amurallada en lo alto de un promontorio que domina una bahía completamente modelada por el hombre, pero de singular belleza. No cuesta mucho seguir las huellas de los Caballeros de la Orden de Malta, y probablemente acabaremos comprando algún recuerdo con la famosa Cruz de Malta. En esta escala la ciudad está a pie de barco, así que resulta muy fácil subir una cuesta y entrar en la zona amurallada para pasear y descubrir rincones como el Auberge de Castille fundado por los caballeros de Castilla, León y Portugal, o la co-catedral de St John’s con unos impresionantes mármoles en el suelo y una colección de pinturas de Caravaggio. A la belleza y las vistas de la ciudad amurallada se unen otras poblaciones de la isla, como Mdina, Marsaxlokk o los Templos de Hagar Qim.
Como decía al principio, hay muchas otras ciudades a visitar en un crucero por el Mediterráneo, un destino que reúne lo mejor de la cultura, la gastronomía y el buen clima.