Paraíso terrenal
Si hay una ciudad perfecta para una escapada en la que no falte absolutamente de nada, ésa es Pamplona (Iruña o Iruñea en euskera, lengua cooficial de la comunidad junto con el castellano). La capital del antiguo Reino de Navarra y actual comunidad autónoma uniprovincial es una ciudad donde la historia sale al encuentro del caminante por todos los rincones, pero que al mismo tiempo resulta acogedora, moderna y relajante gracias a la gran cantidad de recorridos peatonales y hermosos parques que la salpican. Pamplona es una ciudad muy antigua, algo de lo que dan fe sus murallas, edificios históricos y museos. Pero también es un referente en cuanto a diversión, gracias a las que quizás sean las fiestas más famosas del mundo junto con los carnavales de Río de Janeiro: los Sanfermines o fiestas en honor de San Fermín, cuyo día grande es el 7 de julio.
Es posible que el culpable en gran medida de esta enorme fama fuera el escritor norteamericano y premio Nobel Ernst Hemingway, que popularizó los encierros y el ambiente en su novela Fiesta. Hemingway se declaraba un rendido admirador de estas celebraciones y de sus encierros y espectáculos taurinos. Desde entonces, miles de turistas procedentes de todo el mundo se dan cita año tras año para contemplar los encierros e incluso participar en ellos, y también para disfrutar de la increíble animación, alegría y jarana nocturna y diurna que embriagan durante estos días a Pamplona. Pero no cabe duda de que esta ciudad es mucho más que fiestas y desenfreno; de hecho, junto a las antiguas murallas y la ciudadela de las que se conserva una gran parte, coexisten magníficos ejemplos de arquitectura gótica, renacentista, barroca, neoclásica... Un paraíso para los amantes de la cultura y la historia, y un placer para cualquier caminante que se solace en la belleza de las ciudades.
Caminar por Pamplona es, por tanto, un lujo; y no sólo por los magníficos edificios y las encantadoras calles que salpican su casco antiguo, sino también por la posibilidad de tapear en los diferentes bares y tascas que podemos encontrar en nuestro recorrido. Los mejores vinos, pinchos y raciones acompañarán al viajero que se detenga en cualquiera de estos establecimientos a probar las especialidades locales, además de la hospitalidad del pueblo pamplonés (o pamplonica, como orgullosamente se definen los habitantes de la ciudad). Porque la gastronomía ocupa un lugar de preferencia entre la oferta vacacional de Pamplona, con un magnífico recetario tradicional basado en productos de primera calidad, así como unos vinos excelentes y una buena muestra de restaurantes de alta cocina. En resumen, todo un lujo para los sentidos. Y si queremos conocer los alrededores de la ciudad, en excursiones de uno o dos días podremos visitar parajes tan bellos como el Roncal y los tres parajes naturales que ocupan gran parte de la extensión de la provincia de Navarra: el Señorío de Bértiz, las Sierras de Urbasa y Andía y las Bárdenas Reales.
La capital del antiguo Reino de Navarra y actual comunidad autónoma uniprovincial es una ciudad donde la historia sale al encuentro del caminante por todos los rincones, pero que al mismo tiempo resulta acogedora, moderna y relajante gracias a la gran cantidad de recorridos peatonales y hermosos parques que la salpican.
Pamplona es un paraíso para los amantes de la cultura y la historia, y un placer para cualquier caminante que se solace en la belleza de las ciudades.
Si queremos conocer los alrededores de la ciudad, en excursiones de uno o dos días podremos visitar parajes tan bellos como el Roncal y los tres parajes naturales que ocupan gran parte de la extensión de la provincia de Navarra: el Señorío de Bértiz, las Sierras de Urbasa y Andía y las Bárdenas Reales.