Soberbios canales y una arquitectura medieval
Esta pequeña ciudad belga —situada a 90 km de la capital del país, Bruselas, y habitada por 117.000 personas— no necesita presentación. Poseedora de una belleza excepcional (producto de sus soberbios canales y de una arquitectura que ha sabido preservar su pretérito esplendor medieval), sus calles atesoran numerosos atractivos que deben ser descubiertos sin prisas.
Su propia denominación (Bruges en francés y Brugge en flamenco) atestigua parte de su encanto, ya que se trata de un término que proviene del noruego antiguo Bryggia (que significa 'puentes' o 'muelles').
Convertida hace 800 en la primera gran capital del condado de Flandes y en una de las principales ciudades comerciales de Europa, Brujas obtuvo la condición ciudad desde el siglo XI. Hacia el 1050, la constante sedimentación fue cerrando la importante salida de la ciudad al mar. Por suerte, una tormenta acaecida 1134 abrió un nuevo acceso. Este hecho, unido a la eclosión de la industria de la lana, hizo que la ciudad experimentase un gran crecimiento, hasta el punto de que los Condes de Flandes impulsaron la construcción de las murallas. La entrada de la ciudad en la Liga Hanseática (una federación de comercio de ciudades de los Países Bajos, Alemania y Escandinavia) sirvió para traer aún más beneficio a una ciudad que se estaba convirtiendo en una de las más ricas de Europa. Más adelante,Brujas pasó a ser un importante centro portuario, en el que se comerciaba con carbón, lana, y queso inglés, vino alemán, pieles rusas, metales polacos y balcánicos y especias orientales.
La entrada de Flandes como parte del Reino de Francia en 1297, así como la la resistencia a aceptar las políticas que emanaban de la corona por parte de los flamencos, derivó en un aumento de las tensiones sociales, las cuales empeoraron con el encarcelamiento por parte de Felipe IV de Francia del conde de Flandes y el nombramiento de un nuevo gobernador.
El 18 de mayo de 1302, tras haber sido expulsados de sus hogares para poder acoger a las tropas del ejército francés, el pueblo de Brujas volvió a la ciudad, instigados por Jan Breydel y Pieter de Coninck, y asesinó todo francés que encontró a su paso. En 1301, Felipe el Hermoso, rey de Francia, se la arrebató al conde de Flandes. No obstante, un año después, la población se alzó contra los franceses. Se cuenta que todo aquel que no pudiera pronunciar correctamente la consigna de guerra Schild ende vriend ('escudo y amigo') era identificado como un invasor y, por tanto, era ejecutado. En cualquier caso, lo cierto es que en una sola noche murieron 1.400 personas en lo que se conoció como los trágicos Maitines de Brujas.
Felipe IV de Francia mandó una fuerza para acabar con los insurrectos, enfrentándose a ellos y a las fuerzas del conde de Flandes en la batalla de las Espuelas de Oro, en la que los franceses sufrieron una contundente derrota.
El establecimiento de Felipe III en la ciudad trajo una prosperidad importante a la ciudad en el siglo XV. En esta época Ricardo III y Eduardo IV de Inglaterra pasaron su exilio en la ciudad. A su vez, William Caxton publicó en Brujas el primer libro en inglés impreso.
La bonanza comercial, no obstante, se truncó en el siglo XVI, momento en que el Zwin (estuario que conectaba la ciudad con el mar del Norte) se enarenó. Esta circunstancia dio pie a que la industria textil flamenca se resintiera y que los mercaderes comenzaran a olvidarse de Brujas a la hora de planificar sus viajes. A partir de entonces, esta localidad comenzó a perder protagonismo a favor de Amberes. Esta situación de ostracismo se prolongó durante más de trescientos años, hasta que en el siglo XIX, momento en el que la ciudad sirvió de inspiración a algunos escritores románicos, quienes se refirieron a ella como Brujas, la Muerta. En 1907, la construcción del puerto de Zeebrugge —el más moderno y el segundo más grande de Bélgica— contribuyó a sacarla de su forzoso letargo, del que se repondría completamente a raíz de su reconversión, acontecida en las últimas décadas, en un destino turístico de primer orden.
Gracias a sus numerosos tesoros arquitectónicos, Brujas fue declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en el 2000. Además, tan sólo dos años después, la ciudad fue Capital Europea de la Cultura junto con Salamanca.
Para acceder a ella, se recomienda hacerlo en tren desde Bruselas, ciudad que cuenta con dos aeropuertos: el de Zaventem y el de Charleroi.
Su propia denominación (Bruges en francés y Brugge en flamenco)
atestigua parte de su encanto, ya que se trata de un término que
proviene del noruego antiguo Bryggia (que significa 'puentes' o
'muelles').
Principales fiestas tradicionales y eventos en Brujas
El Festival de los Canales es un acontecimiento tiene
lugar durante tres fines de semana de agosto. Además de
poder admirar la belleza de los canales iluminados, esta cita también
permite disfrutar de espectáculos de danza y conciertos al aire libre.
Una cita con lo mejor de la gastronomía belga
A continuación, se citan algunos restaurantes en los que el viajero podrá saborear los buques insignia de la cocina local y belga.